14 diciembre 2017

El fuerte empuje del mercado de vivienda. La historia se repite Julio Rodríguez López

  Al final de 2017 resulta evidente el empuje del mercado de vivienda en España. De forma simultánea, el acceso a la misma se complica para una amplia proporción de hogares. Después de tres episodios de burbuja inmobiliaria en los últimos 50 años, del que el tercero fue el de más alcance,  parece estarse en puertas de una cuarta versión de la misma, sensible a los vaivenes del problema catalán.

 El crecimiento registrado en 2016-2017 en los  precios de venta de la vivienda (5,5%), en los alquileres,  en las transmisiones inmobiliarias (más del 15%, unas 525.000 en 2017), en especial de vivienda usada, y de la  nueva construcción residencial (por encima de las 80.000 en este año) confirma la presencia de un mercado inmobiliario suficientemente entonado y en el que se anuncian importantes volúmenes de nueva construcción.

  El aumento de la construcción residencial ha empujado la creación de empleo en el sector de la construcción, cuya variación interanual casi duplica la del conjunto del empleo (la afiliación a la seguridad social en la construcción en octubre  aumentó en un 7,5% anual). Las viviendas iniciadas han crecido en 2017 por encima del ritmo de creación de hogares (82.000 nuevas viviendas frente a 59.500 nuevos hogares). El esfuerzo de acceso a la vivienda para los hogares unifamiliares  mileuristas netos supera el 60% de los ingresos, lo que les obliga a vivir en viviendas de alquiler compartidas.

Se puede volver a reforzar el excedente de viviendas de nueva construcción no vendidas. Además,  una  buena parte del nuevo stock no será utilizado,  puesto que predominan los inversores entre los adquirentes. Estos últimos han sido  expulsados de los depósitos bancarios por la nula o negativa rentabilidad de estos últimos.

La historia se repite. En un reciente trabajo presentado en las” I Jornadas hacia una nueva Política de Vivienda”,  el economista y estadístico José Manuel Naredo  ha subrayado como en España se ha propiciado en general el carácter  de la vivienda como inversión  frente a su naturaleza de bien de uso. Como consecuencia se han encadenado sucesivas burbujas inmobiliarias, que han originado una sobredosis de edificios, de viviendas y de suelo recalificado como urbanizable residencial.

El desenlace  han sido unas enormes plusvalías obtenidas por una minoría. Naredo habla de un neocaciquismo. En lo más profundo de la pasada recesión, un maestro comentaba al autor de este trabajo  que “nadie en el pueblo podía imaginarse que  personas tan poderosas pudiesen sufrir retrocesos tan espectaculares en sus fortunas, después de haberles visto enriquecerse en tan poco tiempo”.

El modelo inmobiliario-financiero vigente en España  aparece como agotado y corrupto y, lo que es peor, no resuelve los problemas de acceso a la vivienda.  Dicho modelo impulsa un modelo de crecimiento excluyente.  No existe el menor escrúpulo por parte de sus protagonistas, los ayuntamientos a la cabeza, para arrasar cualquier forma de actividad productiva sostenible y situar en su lugar nuevas edificaciones,  realizadas al margen de la demanda real de vivienda.

  La aceleración de la construcción residencial coincide con el empeoramiento en la balanza comercial. La economía española avanza y gana competitividad cuando  el mercado de vivienda pasa por coyunturas de moderación. En cuanto la especulación se dispara,  España pierde competitividad  ante el desvío masivo de ahorro y recursos hacia la construcción residencial. Urge desarrollar políticas de vivienda  que ayuden de forma concreta al alquiler y que clarifiquen la realidad de las viviendas vacías. España debe dejar de ser campeón en cuanto a volumen de construcción y colista en cuanto a vivienda social se refiere.

Este artículo se publicó en la revista digital El Siglo de Europa el 8 de diciembre de 2017.



[1] JRL es Vocal del Consejo Superior de Estadística y miembro de Economistas frente a la Crisis