La delegación griega abandonó la
negociación con el Eurogrupo en Bruselas la tarde del viernes 26 de
junio. Esa misma noche, en Atenas, el primer ministro Tsipras, anunció la
celebración de un referéndum el domingo 5 de julio. En dicho referéndum
se le consultaría al pueblo griego si aceptaba o no las propuestas del
Eurogrupo para prorrogar el programa de ayuda financiera, por un importe de
15.500 millones de euros, a cambio de realizar un conjunto de reformas
económicas.
Desde el sábado 27 de junio por la mañana se formaron amplias
colas ante los cajeros automáticos de los bancos griegos. La tarde de dicho
sábado 27 los ministros de finanzas del Eurogrupo denunciaron la
convocatoria del referéndum y rechazaron la propuesta del ministro de
finanzas griego, Varufakis, de extender la negociación del rescate hasta
inmediatamente antes de que se celebrase el referéndum.
El domingo 28 el Banco Central europeo anunció la congelación
de los préstamos de emergencia a los bancos griegos en la cifra de 89.600
millones de euros, préstamos con los que los bancos griegos han hecho frente a
importantes retiradas de depósitos en los últimos meses. El “corralito”
no se hizo esperar y desde el lunes 29 el máximo que se puede sacar de una
cuenta asciende a 60 euros diarios.
En la tarde del domingo 28 de junio el Eurogrupo publicó los detalles de
las propuestas de reformas realizadas a los gobernantes griegos. La Comisión
informó que, de haberse conseguido un acuerdo, los acreedores y los estados
miembros hubiesen aceptado algún tipo de acción sobre la deuda. Entre las
propuestas destacaban los objetivos fiscales (el superávit fiscal “primario”
pasaría desde el 1% en 2015 al 3,5% en 2018).
Había además tres tipos para el IVA (el súper reducido seria del 6%
para medicinas, libros y teatro). Destacaban sobre todo la reforma del sistema
de pensiones, con un ahorro de alrededor de 1.800 millones de
euros. Los convenios colectivos no retornarían antes de finales de 2015.
El programa de los acreedores era una versión económica del infierno
de Dante y podría haber llevado a la destrucción total de la economía
griega (W. Munchau, “Failure to agree to bailout increases probability of
grexit”, Financial Times, 27 de junio de 2015).
Las estadísticas de la Comisión arrojan alguna luz sobre la
situación económica de Grecia. Este último es el país de la Eurozona con la
mayor tasa de desempleo, el 25% en 2015, frente al 11,2% de
la media del Eurogrupo. La deuda pública supone el 180,2% del PIB,
frente a una media del 94%.Los intereses de la deuda publica ascienden al 4,2%
del PIB, frente al 2,5% de la media. El total de la deuda griega asciende a
321.732 millones de euros, del que el 76% corresponde a acreedores
públicos (países del Eurogrupo, BCE y FMI).
El impacto económico de la salida del euro sería importante para
Grecia, no así para la eurozona a primera vista, de la que supone el 1,8% del
PIB. Se rompería el mito de la irreversibilidad de la Eurozona. También
es importante el impago al FMI de un vencimiento de crédito
de 1.600 millones de euros el martes 30 de junio. Habermas
recordaba que en el tratado de Londres de 1954 se condonó a Alemania la
mitad de la deuda, lo que vino a suponer una ayuda decisiva a dicha economía
(“El gobierno de los banqueros”. El País, 28.6.2015). El premio Nobel de
Economía Amartya Sen comparaba la política que se le quiere imponer a Grecia
con la que los aliados impusieron a Alemania en 1920, lo que tuvo unas
consecuencias trágicas.
Los rescates desarrollados hasta ahora no han permitido la recuperación de
la economía griega. Había que optar entre repetir el mal familiar, esto es, por
la austeridad deflacionista o por el profundo abismo de la alternativa (Martin
Wolf, “The difficult choices facing the greeks”, FT, 30.6.2015).
Hasta el miércoles 1 de julio Tsipras intentó prolongar
la negociación del rescate previamente al referéndum. Desde el Eurogrupo
se negó tal posibilidad y se le indicó al primer ministro griego que un
resultado negativo del referéndum podría suponer la salida de Grecia de
la Eurozona. Los líderes europeos avisaron a Grecia que el rechazo no mejoraría
la oferta y que tendría desastrosas consecuencias económicas para Grecia.
Atenas estructuró el referéndum como un voto sobre la última
oferta de los acreedores para extender el rescate. La pregunta a la que
respondieron los griegos no mencionaba la moneda única. En el
referéndum del domingo 5 de julio votó más del 62% del electorado y el No
superó el 60% del voto, más de veintidós puntos por encima del Sí.
Ha sorprendido la dureza con la que han tratado al gobierno griego algunos
líderes socialdemócratas europeos, en especial los alemanes Gabriel y Schultz,
por no hablar del holandés Dijsselbloem. La cuestión está en lo que
pueda suceder una vez pasado el referéndum. Es posible que en
principio resulte más difícil conseguir un acuerdo, por más que la
dimisión del ministro griego de Finanzas, Varufakis, sirva para allanar el camino.
El gobierno griego insistirá en conseguir menores dosis de
austeridad, y apelará a la reestructuración de la deuda, en consistencia con
los últimos cálculos del FMI. Pero resultará difícil encontrar en Alemania una
mayoría favorable a un acuerdo sobre dicha base (W. Munchau, FT,”Why the
Yes campaign failed in Greece” 6.7.2015). El pueblo griego ha hablado. La
primera semana de julio de 2015 será decisiva para el futuro de Grecia y
también lo que suceda influirá sobre lo que va a ser Europa.
(!) Julio Rodriguez es vocal del consejo Superior de Estadistica y miembro de Economstas frente a la Crisis
Una versión de este artículo se publicó en la revista “El Siglo de Europa”
el lunes 6 de julio de 2015