El Instituto Nacional de Estadística
(INE) publicó a fines de marzo los resultados de la Contabilidad Regional de
España (CNR) de 2013. Las magnitudes económicas territorializadas tienen cierto interés en la coyuntura
política actual de España, un tanto dominada por los deseos soberanistas de
algunas autonomías y por identitarismos en plena expansión. Los resultados de
2013 ponen de manifiesto que las
disparidades territoriales en nivel de desarrollo apenas se han corregido después
de treinta años de funcionamiento de las comunidades autónomas.
A fines de los años cincuenta del pasado siglo el
entonces Banco de Bilbao publicó las primeras estimaciones de la renta nacional
por provincias. En dichas estimaciones aparecían en cabeza las provincias
vascas, mientras que al final de la
clasificación destacaban algunas provincias
andaluzas y extremeñas. Dicha
situación relativa se ha mantenido tras casi sesenta años después.
El Producto
Interior Bruto (PIB) de España ascendió
en 2013 a unos 1.023 miles de millones de euros. La cuota mayor de dicho total,
el 18,8%, correspondió a Cataluña, que ganó tres décimas de participación en el
PIB desde 2008, primer año de la crisis.
La segunda mayor cuota fue la de la Comunidad de Madrid, el 17,9%, lo que ha supuesto asimismo una décima porcentual más que en 2008. Detrás vienen, a
distancia, Andalucía (13,7%) y la
Comunidad Valenciana (9,5%), que han perdido peso en la economía española desde
dicho año, sobre todo en el caso de la última autonomía citada.
En cuanto al PIB
por habitante, que es la magnitud que viene a medir el nivel de desarrollo,
dicha magnitud ascendió a 22.279 euros en España en 2013, un 6,6% por
debajo del nivel de 2008. La primera autonomía
según el nivel alcanzado en 2013 por la magnitud en cuestión, fue el
País Vasco, con 29.959 euros por habitante, un 34,5% sobre la media nacional.
La segunda posición correspondió a Madrid (29,8% sobre la media), seguida por
Navarra (27,3%) y Cataluña (19,7%). Las
últimas posiciones éntre las 17 autonomías correspondieron a Andalucía, con 16.666 euros
por habitante, y a Extremadura, un 25,2%
y un 32,6% por debajo de la media de
España, respectivamente.
Además del PIB, la
CNR estima también la renta bruta
disponible de los hogares por habitante. Esta magnitud se obtiene, en términos
aproximados, detrayendo del PIB la
fiscalidad directa y añadiéndole las prestaciones sociales netas (educación,
sanidad y pensiones, sobre todo). El
último dato disponible sobre dicha magnitud es el de 2011. En el
correspondiente “ranking” de tal magnitud en términos “per cápita”, Navarra
adelanta a Madrid y aparece así como la
segunda autonomía, tras el País Vasco. El papel de la fiscalidad estatal
directa y de las prestaciones sociales beneficia sobre todo a Asturias, Extremadura y
Andalucía, pero desempeña un papel negativo en cinco autonomías, destacando la fuerte corrección a la baja que realiza en
los casos de Baleares y de Madrid.
Según la CNR, entre 2008 y 2013 el PIB real de la
economía española descendió a un ritmo medio anual del 1,38%, retrocediendo en
todas las autonomías. La crisis no dejo de sentirse, pues, en toda España. Las autonomías mejor
paradas en dicha evolución fueron
Navarra (-0,84%), Madrid (-1%) y Galicia (-1,08%). Las que sufrieron con mayor
intensidad la recesión fueron Castilla-La Mancha (-1,81%), Murcia (-1,95%) y
Valencia (-2,08%).
El fuerte retroceso de la actividad productiva en las autonomías murciana y valenciana,
situadas en el denominado “arco mediterráneo”, con las mayores concentraciones
de viviendas de nueva construcción no vendidas, refleja el impacto negativo que
en las mismas ha tenido el “pinchazo” de
la burbuja inmobiliaria. La región valenciana, que estuvo a la cabeza del
desarrollo en España en el pasado, está ahora situada un 12,5% por debajo de la
media nacional en cuanto a PIB por habitante. En dicha evolución han influido las políticas territoriales expulsoras
de actividades productivas sostenibles que acompañaron al ladrillo, que ha
arrasado no solo a la agricultura, sino también
ha impulsado el descenso de presencia de la industria.
La composición de la oferta productiva es
relevante a la hora de explicar la posición de las autonomías en cuanto a nivel
de desarrollo económico. Los “servicios
de no mercado” (administraciones públicas y defensa, seguridad social
obligatoria, educación y sanidad) pesan más que la media (16,6% del PIB) en las
autonomías con menor nivel de desarrollo, caso de Extremadura (26,6%).
La
industria (15,7% del PIB en España), autentico motor del desarrollo y principal
generadora de valor añadido, tiene más
presencia en el norte de España, en
especial en Navarra (28,3%), Rioja y País Vasco, mientras que su participación resulta reducida en Madrid
(10%), Baleares (7,9%) y Canarias (7,8%). La expansión urbana madrileña,
fomentada desde el gobierno de la Comunidad de Madrid, está acabando con los
polígonos industriales del pasado, recalificados a suelo residencial sin
demasiados escrúpulos por algunos ayuntamientos que ven en el ladrillo la
salvación de sus estrecheces de financiación.
Sobre el turismo,
actividad referida a diario en los medios de comunicación como la “madre” de la
recuperación, las cuentas regionales del
INE indican que la cuota de la
hostelería en el PIB, fue del 6,8% en España en 2013. Los niveles mayores alcanzados
por dicha rama de actividad en 2013 fueron los son los de Baleares (18,2%),
Canarias (14,9%) y Andalucía (7,1%). Las estimaciones del INE, realizadas mediante “cuentas satélites”, sitúan la presencia total del turismo en la economía española por debajo
del 12%. La citada publicidad sobre la trascendencia de los turistas entrados
en la evolución económica llevaría a
pensar que en España no existe más actividad productiva que la turística, en
especial en los días de la semana santa. Tanto respeto como dicha actividad
merecería el 88% del PIB que no es
turismo.
Una versión mas reducida de este articulo se publicó en la revista El Siglo, de 28.4.20914