En marzo de 2015 el INE publicó la primera
edición de la Contabilidad Regional de España de 2014. Dicha publicación recoge
la distribución autonómica y provincial de los principales agregados macroeconómicos.
Las disparidades de nivel de desarrollo económico continúan siendo relevantes
en España. No se advierte apenas que el estado de las autonomías haya contribuido a reducir tales diferencias.
La crisis ha dejado huella en todos los territorios,
advirtiéndose asimismo la trascendencia de la composición de la oferta
productiva a la hora de hacer frente a
situaciones complicadas.
Según el INE, la primera autonomía de España
en cuanto a participación en el PIB en 2014 fue
Cataluña, que obtuvo el 18,9% del
PIB en 2014, seguida de cerca por Madrid
con el 18,7%. Cataluña fue también la primera en empleo, con 3,3 millones de
puestos de trabajo, seguida por Madrid con 3,1 millones, siempre en 2014. En
cuanto a la población, Andalucía fue la primera autonomía, con 8,4 millones de
habitantes, el 18,1% del total, seguida por Cataluña, que tenía en dicho año 7,4 millones de habitantes, el
16,9% del total de España.
El nivel de desarrollo territorial se
aproxima, con bastante inexactitud por cierto, por medio del PIB por habitante.
En este sentido destacó la Comunidad de Madrid, en la que el nivel de dicha
magnitud en 2014 fue de 31.000 euros por habitantes, un 36,1% por encima de la
media de España. Le siguió el País Vasco,
con el 30,3% sobre la media nacional.
Los niveles más reducidos de grado de desarrollo fueron los de Extremadura, con
15.757 euros por habitante, un 30,9% por debajo de la media nacional, seguida
en dicha “cola” por Andalucía, autonomía esta última en la que el PIB por
habitante estuvo situado un 25,9% por
debajo de la media nacional en 2014.
La renta
disponible por habitante refleja las consecuencias de la acción
redistributiva estatal, a través sobre
todo de la fiscalidad, prestaciones sociales y otras transferencias. Los
efectos benéficos del cupo vasco se advierten en el primer puesto que el País
Vasco alcanza en el nivel de dicha magnitud. De la comparación entre el PIB por habitante y la Renta Disponible de
los hogares por habitante se deriva que
son las autonomías de Asturias y Extremadura las más favorecidas relativamente
por dicha acción estatal, mientras que Madrid
y Rioja son las más perjudicadas por el juego de transferencias y
fiscalidad.
La serie a precios constantes del PIB a
precios de mercado permite analizar el diferente impacto que la crisis
económica ha tenido en las diferentes autonomías. En 2014 las autonomías que
habían sufrido la mayor caída de la actividad productiva respecto de 2007, año de
inicio de la crisis, fueron las de Asturias (-9,2% fue el
retroceso real del PIB de 2014 sobre el de 2007), junto a Valencia y Cantabria (-8,1%). La menor incidencia de la crisis correspondió a Madrid
(-0,9%) y Baleares (-1,8%).
La
información estadística disponible revela que el impacto de la crisis ha sido mayor
en los territorios especializados en actividades muy cíclicas y de baja productividad,
como la construcción, servicios auxiliares y servicios al consumo, junto con un
modelo de urbanización dispersa intensivo en uso de suelo y recursos naturales
(Ricardo Méndez, “Geografía de la crisis”, Alternativas Económicas, abril
2015).
El nivel de
PIB por habitante resulta de los niveles de dos magnitudes, la productividad
sectorial por persona ocupada y el número de empleos respecto de la población.
En el caso de la primera autonomía en PIB por habitante, Madrid, la
productividad sectorial media superó en 2014
a la de España en un 10,2%, mientras que Extremadura, la última autonomía, estuvo
un 13,5% por debajo de la media
española.
La disparidad es mayor en cuanto a
densidad de empleo. Así, en número de
empleos por habitante, Madrid supera a la media en un 23,5%, mientras que
Extremadura está un 20% por debajo. De
esta comparación se deduce que el nivel de empleo, en gran medida derivado de
la existencia de empresas, es la variable básica a la hora de explicar las
diferencias existentes en cuanto a nivel de desarrollo.
La composición de la oferta también importa.
El peso de la industria en el PIB mide el grado de sofisticación de la base
productiva, por la incidencia que dicho sector tiene sobre otras actividades y
por el impacto tecnológico del mismo. En tres autonomías del norte de España,
Navarra, Rioja y País Vasco, destacó la significativa presencia de la industria
en el conjunto del valor añadido, que en el caso navarro se aproximó al 29% del
PIB, muy por encima de la media española
del 16%. La menor presencia industrial correspondió a las islas, Canarias (7,9%) y Baleares
(6,8%), precedidas por Madrid (9,9%) y
Andalucía (11,7%), donde la especulación y el ladrillo son los mayores enemigos de dicha actividad..
La Contabilidad Regional de España aporta
información para estimar los valores de las productividades por persona ocupada
de las diferentes ramas de actividad. Según dicha estimación, las ramas con
niveles más elevados de dicha magnitud son las de “servicios inmobiliarios”, “información y
comunicaciones” e “industria”. Por debajo de la media sectorial aparecen las
ramas de actividad de
“construcción”, “servicios de no
mercado” (básicamente administraciones públicas), y la heterogénea rama de
actividad de “Comercio, Transportes y Hostelería”. Los dos últimos bloques de actividad son
abundantes en las autonomías que ocupan los puestos más bajos en cuanto a nivel
de desarrollo.
La
aproximación territorial a la realidad económica española es poco abundante en España, posiblemente por tratarse de un marco en el que inciden más las administraciones autonómicas y locales,
que gozan de escaso “glamour” entre los estudiosos de la economía. Dicho
análisis permite explicar mejor las razones de la persistencia en el
subdesarrollo de algunos territorios de España.
Una versión de este artículo se
publicó en la revista “El Siglo de Europa” de 27 de abril de 2015