19 junio 2017

ADIOS AL BANCO POPULAR. UNA DECISION DE MADRUGADA Julio Rodríguez López

El  sistema bancario español sufrió una importante sacudida en la segunda semana de junio de 2017. Una vez confirmado que el Banco Popular carecía de liquidez para abrir las oficinas el miércoles 7 de junio, los acontecimientos se precipitaron en la noche del martes   al miércoles. El Mecanismo Único de Resolución (Single Resolution Board) actuó de forma  contundente tras  haber sido informado por el Banco Central Europeo (BCE) de que el Banco Popular corría riesgo de quiebra. Se amortizaron  las acciones, así como toda la  deuda subordinada y los  bonos convertibles del Banco Popular. La intervención del BCE fue breve, duró el tiempo necesario para traspasar el saldo restante del Popular  al Banco de Santander, único oferente en firme,  a cambio de un euro.

 El Banco de Santander informó  que durante el mes de julio de 2017  efectuaría una ampliación de capital por importe de 7.000 millones de euros para hacer frente a la absorción del Popular. También  avisó a los clientes  del Popular que podían seguir operando con dicho banco desde el mismo día 7 de junio.

 El último presidente del Popular, Emilio Saracho, había comentado en público  que había que volver a estimar el alcance de las provisiones necesarias respecto de los activos problemáticos de dicha entidad (créditos morosos y activos reales del balance). Esta declaración  no supuso precisamente  un estímulo a posibles compradores bancarios de la entidad. En una semana el valor de las acciones del Popular se redujo en un 50%. Los días pasaban y el proceso de descapitalización parecía no tener fin. Se intensificó  a la vez la retirada de dinero de las cuentas corrientes, operación ahora facilitada por la banca informática. .

 En todo caso,  sorprendió la velocidad a la que sucedieron los pasos que llevaron a la extinción del Banco Popular  y de su simbólica compra  por el Santander. La operación descrita ha reforzado  la concentración existente en el sistema bancario español. Tras los ajustes de 2012-13, quedaban en España unos 13 grupos bancarios: dos de carácter internacional (Santander y  BBVA), tres de tamaño intermedio (Popular, Bankinter y Sabadell) y otros siete resultantes del proceso de consolidación de las  anteriores cajas de ahorros (Caixabank, Bankia, Unicaja, Ibercaja, Kutxabank, BMN y Liberbank).

 Una vez absorbido el Popular por el Santander, cinco grupos bancarios concentran el 76% de los activos  (Santander, BVBVA, Caixabank, Bankia y Sabadell), destacando la cuota del 27% correspondiente al Santander. La operación del Popular  se ha presentado como una actuación perfecta, por aquello de no haber supuesto gasto público. Pero la realización de la misma implica la realidad de fuertes pérdidas de capital para un número importante de accionistas y  de propietarios de deuda “junior”, por no hablar del destino incierto de los 15.000 empleados del Popular.

En junio de 2016 el Banco Popular había realizado una ampliación de capital de 2.500 millones de euros. Al realizar  dicha operación el Popular debió aportar información a los nuevos suscriptores, contenida en el correspondiente folleto, que no debió ser muy exacta.  El auditor había enviado señales de que  algo no iba bien,  con motivo de las cuentas de 2016. Por otra parte llama la atención el aviso del Popular de que no disponía de  liquidez para abrir las oficinas el miércoles 7 de junio (¿Para qué están los supervisores?). 

Además, el Popular había superado los últimos  “stress-tests”” realizados por  la Autoridad Bancaria Europea, lo que pone en cuestión la calidad de tales pruebas. Sorprende que la presidenta del Mecanismo Único de Resolución, Elke König, hubiese advertido públicamente en fechas recientes  de la probable resolución del Popular en el caso de no encontrar comprador. Dicho  aviso no era  una invitación a compradores.

No fueron, pues, solo las cajas de ahorros las entidades que cometieron excesos en la etapa de la burbuja. También  hubo excesos en la banca, donde el Popular entró en el negocio inmobiliario cuando los restantes bancos huían del mismo. La relativa tranquilidad por la que ha atravesado el sistema bancario español después de 2013  ha sufrido un cierto “shock” con la reciente quiebra del Popular.

 Es posible que a partir de ahora los accionistas bancarios serán más cautos.  De momento se  ha complicado la vida a Liberbank, cuyas acciones han descendido abruptamente de precio en la última semana.  Está por ver si el citado Mecanismo de Resolución emplea una dureza equivalente con alguna que otra entidad bancaria  problemática de las que todavía quedan en Italia y Portugal.

Artículo publicado en la revista El Siglo de Europa el 16.6.2017




[1] JRL es vocal del consejo superior de Estadística y miembro de Economistas frente a la Crisis