09 enero 2012

¿FELIZ O INFELIZ AÑO NUEVO?

(Ideal, 6.1.2012)
Julio Rodríguez López[1]
   2012 arranca cuando la crisis económica  iniciada en el verano de 2007 presenta una nueva y grave recaída. El crecimiento se ha frenado en la Eurozona desde el tercer trimestre de 2011. La política económica implantada en las sucesivas cumbres de la Unión Europea se apoya en la versión alemana de la crisis. Dicha versión  considera a la prodigalidad de los gobiernos como la causa fundamental de la crisis. Apenas se plantean estímulos para  unas economías abocadas a  una recesión casi generalizada. En España ha destacado el negativo comportamiento del empleo en los últimos meses de 2011, revelador de  un posible retroceso de la actividad productiva. Las primeras medidas del nuevo gobierno persiguen sobre todo  la reducción del déficit de las administraciones públicas (Estado, Autonomías y Ayuntamientos).
 En 2011 los países de la Eurozona vivieron pendientes de la situación de los mercados de capitales, especialmente de lo que sucedía en los de deuda soberana. Se han hecho familiares conceptos tales como prima de  riesgo, quita, fallidos, volatilidad de los mercados. La Organización Internacional del Trabajo ha detectado en numerosos países una situación de profundo malestar en amplias capas sociales. Son abundantes lo ciudadanos que piensan que las consecuencias de la crisis no se están repartiendo con equidad entre los diferentes hogares.
  La posición de Alemania desde el inicio de la crisis de la deuda se ha fortalecido de forma significativa. Dicho país ha reforzado el superávit de su balanza de pagos  y ha aumentado de forma sustancial sus ventas al resto de la eurozona. Los alemanes ya no tienen que enfrentarse ni  a los aranceles ni a las devaluaciones competitivas en el seno de los países de la eurozona. Las políticas económicas de inspiración alemana  se apoyan en programas de austeridad que pretenden reducir a toda costa el aumento del déficit y frenar el crecimiento de la deuda pública. 
 Sin embargo, dichos programas de austeridad provocan deflación, estancamiento o reducción del PIB, aumento del desempleo y crecientes tensiones sociales en los países que los implantan. Como ha comentado el principal economista del Fondo Monetario Internacional, Olivier Blanchard, la reacción de los mercados de capitales a los programas de ajuste resulta ambigua. Dichos mercados primero celebran la adopción de medidas de ajuste fiscal,  pero después castigan el empeoramiento de la situación económica que los programas en cuestión provocan.
  El problema  de fondo es el diferente grado de competitividad de las economías   integradas en el euro. Por una parte están los países con superávit exterior, donde entran sobre todo los protestantes del norte de Europa, entre los que destaca Alemania,  y donde también están Holanda, Finlandia y Austria. Fuera del euro destacan asimismo Suecia y los otros dos países escandinavos. El segundo grupo incluye a países con amplios déficits exteriores, como es el caso de Grecia, Portugal, España, Italia, Irlanda y Estonia. Los elevados déficits de estos últimos antes de la  llegada de la crisis revelaban la dificultad crónica de los mismos para competir en un marco de creciente globalización económica.    
  La solución a la débil competitividad de los países citados  no es cuestión de corto plazo, sino que requiere de estrategias específicas en cada país y también se puede acometer mejor  en un contexto de mayor crecimiento de la economía.  Los citados programas de ajuste económico,  apoyados en la reducción del gasto público, en el aumento de algunos impuestos y en el freno a las inversiones públicas  no ayudan precisamente a mejorar la competitividad.
     En España la crisis se llevó por delante al gobierno socialista, que reaccionó tarde a los cambios de 2007.  El fuerte descenso de los votos del PSOE en las últimas elecciones generales  debería inducir cambios no solo cosméticos en dicho partido, y ello  para que pueda ejercer  una oposición  relevante al nuevo gobierno y se mantenga como alternativa creíble  de poder. Por otra parte,  la  mayor concentración crediticia de las cajas de ahorros en el riesgo inmobiliario y las modificaciones  de la normativa bancaria han acabado con dichas entidades como instituciones de crédito. Las cajas  son ahora accionistas, minoritarias con frecuencia y en algunos casos ni eso,  de los nuevos bancos creados a partir de la concentración de las entidades financieras. El mapa bancario español se va a reducir de forma significativa, con todos los riesgos de exclusión bancaria que ello conlleva.
  El nuevo gobierno del Partido Popular se ha estrenado con un programa apoyado en  el aumento de los tipos impositivos en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (R.D. L. 20/2011, BOE de 31.12.2011). Dicho programa  incluye asimismo la reducción en  unos 8.900 millones de euros del gasto público en 2012, que va a afectar sobre todo a las inversiones  públicas del Ministerio de Fomento. Entre el  aumento de impuestos y la reducción de gasto se pretende reducir el déficit publico en unos 15.200 millones de euros en 2012, casi un 1,5% del PIB de la economía española.
 El gobierno no ha aclarado si el deslizamiento del déficit público desde el 6% del  PIB hasta el 8%, circunstancia  empleada como justificación del ajuste,   se debe a la gestión del gobierno de España  o a la de  las comunidades autónomas. Todo parece indicar que los abundantes desajustes de estas últimas administraciones públicas se van a cubrir  reduciendo el gasto del gobierno central  y aumentando la presión fiscal sobre el conjunto de los asalariados. Estos últimos  van a sufrir la mayor presión fiscal directa que supone el recargo establecido en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, ya que dicho impuesto castiga sobre todo a las rentas salariales.
  Como se indicó al comienzo, el año 2012  se inicia en un momento  delicado de la Eurozona.  El coste de mantenerse dentro de la misma está resultando muy elevado en algunos países.  En este año se  pueden acentuar las tensiones sociales derivadas de  los intensos ajustes que imponen los prusianos programas de inspiración franco-alemana. Las seguras oleadas de crisis las sentirán este año millones de personas en la Eurozona. Con la  austeridad generalizada  impuesta en los citados programas de ajuste,   2012 difícilmente podrá  ser un año feliz.