10 noviembre 2013

NOVIEMBRE . HACE 50 AÑOS Julio Rodríguez López


  22 de Noviembre de 1963, poco menos de las nueve y media de la noche. El profesor particular, estudiante de Ciencias Económicas,  ayudaba al alumno a resolver una ecuación de segundo grado. Por el pasillo del piso de la Calle de la Princesa, situado sobre una  pastelería hoy desaparecida, el abuelo materno salió  del salón y se dirigió a la cocina, hablando en voz alta al resto de la familia.

 A pesar de la conversación, el profesor particular creyó oír  al abuelo decir   “acaban de matar al presidente de Estados Unidos”. El resto de la familia se precipitó hacia el salón, donde estaba el televisor, y a ellos se unieron profesor y alumno. El telediario de Televisión Española informaba del crimen de Dallas. La información era escasa, se veían en blanco y negro las conocidas  fotos de Kennedy y señora saludando a los dirigentes que habían acudido a recibirle al aeropuerto de Dallas.

 El día 23 los periódicos recogían la noticia del crimen y  la foto de la jura del nuevo presidente, Lyndon Johnson,  dentro del avión presidencial, al lado de  la viuda del asesinado presidente. Ese día apareció el prefabricado personaje  Oswald. El siguiente fin de semana la opinión pública contempló en directo el asesinato de Oswald por Jack Ruby, el dueño arruinado  de un club  de streap-tease en Dallas.

Se dijo por entonces  que Ruby pretendía que la Señora Kennedy no tuviese que desplazarse a Dallas para testificar en el juicio a  Oswald. La incredulidad  general subió entonces de tono. En la novela “Libra”, el autor norteamericano Don DeLillo  ha señalado  que la puerta trasera de la comisaria de policía donde sucedieron tales hechos  estuvo abierta para facilitar el acceso de Ruby.

 Aquella  clase particular de matemáticas de la noche del 22 terminó de forma abrupta. En la mañana del día siguiente, la Facultad de Ciencias Políticas y   Económicas, situada entonces en el viejo caserón de la Universidad Complutense de la madrileña Calle de San Bernardo, junto al Ministerio de Justicia, era un hervidero. El clima general de  aquella Facultad resultaba a todas luces distante del régimen político franquista. 

Poco después, en la semana del paso del Ecuador  los estudiantes del curso 3º de Económicas   llenaron el teatro María Guerrero para jalear la obra “Los verdes campos del Edén” de Antonio Gala. En las clases de Derecho del Trabajo, el profesor Pérez Botija, decano de aquella Facultad, consideraba un  hito importante para España  la implantación del contrato de  trabajo y el desarrollo de la negociación colectiva.

  En los pasillos de la Facultad  destacaban las rojas portadas que tenían por entonces  los libros del Fondo de de Cultura Económica. El texto más frecuente, la “Guía de Keynes”, del economista norteamericano Alvin Hansen, tenía el rostro de Keynes  dibujado en la portada. Destacaban también  los amarillos textos de la Editorial Aguilar, como el de José Luis Sampedro, “Realidad Económica  y Análisis  Estructural” y “Los filósofos de la vida material”, de Robert Heilbronner, vendido en España  con un  título propio de la época, “Vida y doctrina de los grandes economistas”.

 En aquel curso de la que en 1966 fue la 20ª promoción de la licenciatura de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense había profesores de interés. Antonio Sánchez  Pedreño, economista del Banco de España,  explicaba el concepto de circulación fiduciaria, Luis Ángel Rojo  describía de qué iban los neoclásicos y la ley de Say (“la oferta crea su propia demanda”, tan de moda después en el mercado de vivienda español), junto a Keynes y los postkeynesianos.

El profesor  Juan Velarde explicaba una versión peculiar de la Estructura Económica de España, con alusiones simpatizantes con el líder falangista José Antonio Primo de Ribera. Ramón Tamames comentaba  el tratado que dio paso a la Comunidad Económica Europea.

El de 1963-64 fue el último curso relativamente tranquilo de aquella promoción. En el curso siguiente, coincidiendo con los “25 años de Paz”, cuando en toda España  se proyectaba el film ”Franco, ese hombre”, aquella Facultad permaneció cerrada durante más de un mes por los incidentes derivados del encierro en la misma de  algunos dirigentes de la oposición democrática al régimen. 

 Esta circunstancia, unida a la localización a todas luces céntrica de la misma en Madrid,   aceleró la construcción del nuevo edificio de la Facultad de Económicas de la Complutense en la Ciudad Universitaria de Madrid,  desde donde volvió a rebotar poco tiempo después  hasta asentarse en Pozuelo, Somosaguas.

  No es difícil recordar el Madrid de aquellos días, pues no es frecuente que se  asesine a un presidente de los Estados Unidos de América. La España de 1963 tenía 31 millones de habitantes (46,7 en 2013), un PIB por habitante de 171,5 euros (22.700 euros  en 2013), más del 20% del PIB y del empleo procedían del sector primario (el 2% en 2013).  

La  economía española  crecía a un ritmo del 9%, ritmo ahora  propio de China,  tras el bache que supuso en 1959-1960 la aplicación del Plan de Estabilización de 1959. Había miles de españoles trabajando  fuera de España, pero las estadísticas de paro registrado  del régimen decían que la tasa de paro no pasaba del 2% de los activos.

 Según los Colegios de Arquitectos, en 1963 se visaron nada menos que 313.000 viviendas, casi diez veces más que en 2013. El  80% eran viviendas de protección oficial (cero por cien en 2013). Por esas fechas había en España  unos  ocho millones de viviendas familiares (25,5 millones en 2013). El régimen repetía como prueba de éxito que las reservas de divisas superaban los mil millones de dólares.


 Todo aquello sucedía hace ahora 50 años. Los alumnos supervivientes de aquella promoción son en su mayor parte jubilados. En cuanto a Kennedy, después de  tanto tiempo sabemos lo mismo que entonces acerca de  porqué asesinaron  a aquel presidente a la vista de todo el mundo. 

(Una versión de  este texto se publicó en El Siglo el 11 de noviembre de 2012)