Los datos estadísticos publicados por el
Banco de España indican que en julio de 2016 se produjo un fuerte descenso de
los créditos morosos en el conjunto de
las entidades de crédito españolas. La tasa de morosidad global de los
créditos descendió en punto y medio respecto de la
existente en el mismo mes del año
anterior. El importante descenso de dicha tasa revela una actuación por parte
de las entidades de crédito encaminada sobre todo a mejorar su agobiada cuenta
de resultados.
Mientras que el conjunto del crédito al sector
privado de la economía descendió en julio de 2016 en un 4,3%, el saldo de los
créditos morosos retrocedió en un 17,7%. De dicha disparidad se derivó que la
tasa de dudosidad de dicho segmento de la
cartera de créditos se situase a fines del mes en cuestión en el 9,4%,
muy por debajo del 17,7% de julio de 2015.
De la información citada se deriva asimismo la
presencia de una fuerte disparidad entre las tasas de morosidad según las ramas
de actividad financiadas. Dicha diferencia se aprecia sobre todo dentro del conjunto del
crédito inmobiliario, que incluye el crédito a la compra y rehabilitación
de vivienda, el crédito a la construcción
y el crédito a la promoción inmobiliaria.
El conjunto de dicho crédito inmobiliario
ascendió, a 30 de junio de 2016, a 703.132 millones de euros, el 54,2% del
conjunto del crédito al sector privado
de la economía. En esta última fecha, la tasa de morosidad de los créditos
a la compra y rehabilitación de vivienda
era del 4,70%, la del crédito
a promotor se situaba en el 26,9% y la del crédito a la
construcción alcanzaba el 35,8%.
Las tasas de
morosidad citadas evidencian la mayor morosidad de los préstamos destinados a la promoción y
construcción inmobiliaria respecto de los destinados a la compra de
vivienda. Un banco recupera los créditos
a promotor si se venden las nuevas viviendas construidas, lo cual tiene un claro
riesgo, en especial en tiempos de crisis. En cambio, el crédito a comprador de vivienda se atiende en tanto que el hogar comprador
mantiene el puesto de trabajo.
Los dramas derivados
de los abundantes desahucios de los últimos años revelan que
un préstamo hipotecario destinado
a la compra de vivienda debe de atenderse. De vez en cuando todavía es
noticia algún nuevo desahucio, por lo general asociado con créditos concedidos
en los años de la burbuja.
Las tasas de morosidad antes mencionadas, referidas a los componentes del crédito inmobiliario,
descendieron de forma significativa respecto de junio del pasado ejercicio. Detrás de dicho descenso aparecen numerosas
variables. Así, la mejora de la coyuntura económica implica que se atienden con
más regularidad los préstamos bancarios.
En
segundo lugar aparece la
renegociación o renovación de los préstamos, que en el caso de la vivienda supuso en
2015 el 25,9% de los nuevos préstamos
concedidos. Al renegociar un préstamo descienden de forma importante las
provisiones, a la vez que la tasa de
morosidad se pone a cero para el nuevo
préstamo. En tercer lugar, es frecuente
que se venda un crédito moroso, pues el comprador lo adquiere, por lo general, con una rebaja
sustancial respecto del valor contable y aspira a quedarse con la garantía o
colateral que está detrás del préstamo en cuestión.
Los adquirentes de dichos préstamos morosos son de varios tipos.
Sareb adquirió en su día (finales de 2012) créditos problemáticos por valor de más de 50.000 millones de euros.
En los últimos años han aparecido en España abundantes fondos de inversión, más
o menos “buitres” comprando créditos, no solo problemáticos, que resultan atractivos para el adquirente,
pues anticipa negocio futuro con dicha
compra.
Por último, las daciones en pago implican que
el préstamo se transforma en un activo real que permanece en el
balance bancario correspondiente, fuera de la cartera de préstamos. De
ese modo la dación en pago contribuye a reducir la tasa de morosidad.
En la mayoría
de los casos tras dicha reducción de la
morosidad está la motivación de los bancos por mejorar la cuenta de resultados.
Según el Banco de España en el primer semestre de 2016 los beneficios antes de
impuestos de los bancos cayeron en un 3,6% sobre el mismo periodo del año
anterior, salvándose la cuenta de resultados en cuestión por las rebajas de
impuestos asociadas con los créditos fiscales. La menor morosidad implica, pues, una estrecha atención de los bancos a la cuenta de resultados.
Se publicó este artículo en
la revista semanal El Siglo 26.9.2016 de
Europa