12 enero 2016

EN 2016 LA ECONOMÍA ESPAÑOLA VIAJARÁ POR MARES PROCELOSOS Julio Rodríguez López

 La evolución prevista para la economía española en 2016 presenta abundantes elementos contrapuestos. Por una parte la previsión relativa a la evolución de  las variables que se incluyen el “cuadrado mágico” (crecimiento, empleo, precios y balanza de pagos) es positiva y mantiene la tendencia de 2015. Por otro lado,  la cuestión del déficit agregado de las administraciones públicas resulta más problemática. Los factores de impulso al crecimiento  no parece vayan a desempeñar un papel tan incisivo  en 2016 como en los dos años precedentes. Por  último, hay un evidente pesimismo a nivel mundial derivado de variables sociopolíticas que podrían afectar a  las favorables previsiones de 2016.

El Banco de España anticipó en diciembre pasado unos ritmos de aumento del PIB de la economía española del 3,2% y del 2,8% en 2015 y 2016, respectivamente. La demanda interna, en especial el consumo privado, sería el motor básico de dicho crecimiento. El resto del mundo realizaría una detracción moderada a dicha evolución a través de la fuerte expansión de las importaciones. La previsión de empleo es de un aumento del 2,4% en 2016 (3% en 2015). Esto puede suponer  un incremento medio del número de ocupados EPA de alrededor de 429.000 puestos de trabajo en 2016.

  Los precios de consumo, que terminaron 2015 al mismo nivel que hace un año, podrían crecer hasta el 1% en 2016, por lo que puede hablarse de persistencia de la estabilidad de precios en este año. La balanza de pagos por cuenta corriente volverá  a presentar superávit en 2016, ayudada sobre todo por los bajos precios del petróleo. Aunque tal superávit será inferior al de 2015, reducirá el endeudamiento externo de España.

 El cuadro optimista que se deriva de las previsiones para 2016  puede ser objeto de matizaciones. En primer lugar, a pesar de que la economía española ha registrado variaciones positivas durante nueve trimestres consecutivos, el nivel del PIB en el tercer trimestre de 2015 todavía era inferior en un 4,6% al nivel máximo alcanzado en  el segundo trimestre de 2008.  Asimismo, el empleo, medido por los ocupados EPA, estaba  en dicho trimestre de 2015 nada menos que un 12,6% por debajo del correspondiente al máximo alcanzado en el trimestre citado de 2008, 2,6 millones de empleos menos que los alcanzados en el punto más elevado de la fase expansiva previa.

  Dentro del empleo cabe destacar que los asalariados con empleo temporal  habían crecido en el último año  el 10,1%, muy por encima del conjunto de los asalariados (3,7%). Los ocupados a tiempo parcial también aumentaron  más (4,8%) que el empleo  total (3,1%), además de ganar un 34% menos por hora de trabajo que los asalariados a tiempo completo, según la encuesta de coste laboral del INE. Los datos anteriores confirman la negativa composición del tipo de empleo que se está creando y subrayan que se está lejos de compensar la devastadora destrucción de empleos que supuso la recesión de 2008-2013.

  En segundo lugar, la evolución del déficit público y de la deuda es posiblemente el dato macroeconómico agregado con aspectos más problemáticos. Según la Comisión de la Unión Europea, el déficit conjunto  de todas las administraciones públicas estuvo en 2015 en España  más cerca del 5% del PIB que del 4,2% previsto en el programa de  estabilidad  fijado para el pasado ejercicio. Dicho déficit es la mitad del correspondiente a 2012, pero la deuda pública se ha aproximado al 100% del PIB  (52,7% en 2009).

El alto endeudamiento reducirá el margen de actuación del sector público en España, sobre todo   cuando los tipos de interés  suban, aunque solo sea de forma moderada.. En dicha situación resultan frívolas las actuaciones electoralistas  de rebaja de determinados tributos realizadas por el gobierno de Mariano Rajoy. Con una deuda tan elevada, que no ha dejado de subir en los últimos años, no caben alegrías con los ingresos fiscales. La cuestión  de la financiación de las pensiones, que se complicará más con la importante entrada de nuevos pensionistas en poco tiempo, no se resuelve bajando los impuestos.

 Por último, los factores que han sido claves para la recuperación del crecimiento en España en  2014-15 (menor precio del petróleo, bajos tipos de interés, devaluación del euro) tendrán menor potencial expansivo en 2016.

 El contexto internacional no resulta  estimulante  al inicio del año. Los problemas socio-políticos  han aumentado. No es previsible que la Eurozona crezca apenas más en este año que en 2015 (1,6%). La cuestión de la entrada  de inmigrantes, que puede hasta resultar positiva en el conjunto de la Unión Europea, parece incompatible con la reelección de los políticos. ”Las perspectivas a corto plazo parecen tranquilas pero que nadie  tenga ninguna duda de que si este tipo de crisis se maneja mal, pueden suponer riesgos a largo plazo para la  economía europea” (Stephanie Flanders, FT, 29.12.2015).
El menor crecimiento de la economía de China ha afectado a los precios de las materias primas. La subida de los tipos de interés en Estados Unidos afectará negativamente a los países emergentes. Esta situación no ayudará a que las exportaciones de la eurozona puedan mejorar el crecimiento en 2016, sino más bien lo contrario.

  “Si los mercados  europeos y globales permanecen tranquilos, Europa recuperará su crecimiento. Pero en caso de que suceda cualquier tipo de shock, sea un aterrizaje abrupto en China, sea el problema de la deuda en Europa, o disrupciones en cualquier punto del mundo, creará presiones sustanciales a la política económica, en un momento en el que las restricciones sobre su capacidad de actuar son intensas”.  Robert Kahn, “Prospects for the global economy in 2016”, Council on Foreign Relations, 28.12.2015.

Una versión de este artículo se publicó en la revista semanal El Siglo el 11.1.2016




[1] JRL es Vocal del Consejo Superior de Estadística y miembro de  Economistas frente a la Crisis