En 2014 la economía
española recuperó el crecimiento, tras un
quinquenio (2009-2013) de variaciones anuales negativas o nulas. El nivel real
del PIB de España en 2014 es todavía inferior en más del 6% al correspondiente a 2008, el último año anterior en el que el PIB registró un crecimiento positivo. La recuperación de la economía
española se está desarrollando en el poco dinámico contexto de la Eurozona. La
débil coyuntura de esta área económica arroja no pocas incertidumbres respecto de la
fortaleza real de la de la recuperación española.
En 2014 el PIB de
la economía española ha debido crecer en torno al 1,3% (-1,2% en 2013). La
variación interanual positiva de la demanda interna en un 1,4% (-2,7% en 2013)
explicó el crecimiento citado, puesto
que la aportación del resto del mundo ha sido ligeramente negativa. Esto último
ha contrastado con la aportación positiva al crecimiento que las exportaciones
netas habían realizado en los años precedentes de crisis.
El consumo
privado (2%) y la inversión empresarial (8,4%) fueron los componentes de la
demanda que registraron los mayores
crecimientos en España en 2014. La
mejora del consumo privado estuvo
acompañada de un acusado descenso de la tasa de ahorro de los hogares respecto de la renta disponible
familiar.
El conjunto de la construcción retrocedió en casi un 4%,
correspondiendo una variación negativa ligeramente más acusada a la
construcción residencial. En 2014 cambió el perfil del mercado de vivienda, en
el que las ventas crecieron en un 22,4% sobre el año anterior en los tres
primeros trimestres y los precios
dejaron de descender. La normalización del mercado de vivienda es un
componente importante de la recuperación.
La nueva construcción de viviendas ha empezado a
reaccionar, pero todavía pesa un excedente de cerca de 600.000 viviendas nuevas
sin vender. La recuperación de la inversión en vivienda no debe de tener lugar
expulsando actividades productivas sostenibles como en el reciente pasado, pero
alguien deberá decírselo a los ayuntamientos, para los que nada ha cambiado.
La variación del
empleo en 2014 ha sido positiva, pudiendo superarse los 300.000 nuevos empleos en este año,
aunque la calidad de tales empleos es reducida, a la vista del predominio de los
empleos temporales y a tiempo parcial. La previsión es que no habrá aumento
salarial en 2014, con lo que el peso del ajuste de la economía española descansa
en unos nuevos puestos de trabajos inestables y escasamente retribuidos.
La recuperación
de la demanda interna ha estado acompañada de un importante incremento de las importaciones,
lo que ha convertido en negativa la aportación
al crecimiento por parte del
resto del mundo. El superávit de balanza de pagos en 2014 resultará inferior al
del año anterior, lo que puede anunciar futuros desequilibrios en caso de
confirmarse que en 2015 se acelere el crecimiento de la economía
española. Comercio y hostelería son los componentes más dinámicos de la
recuperación, que deberá apoyarse en más sectores para garantizar su
continuidad.
La recuperación
clara del crecimiento de la economía española en 2014, aparte de inestable si
se vuelven a disparar las importaciones, no implica que se haya acabado con las graves
consecuencias negativas derivadas de una recesión tan prolongada que se inició en
el verano de 2007 y que se prolongó hasta 2013.
En el tercer
trimestre de 2014 el PIB de la economía española estaba por debajo del nivel
correspondiente al segundo trimestre de 2008 en un 6,4%. El número de empleos,
según la EPA, había retrocedido en un 15,1% en dicho periodo. A fines de 2014
hay, pues, más de tres millones de
empleos menos que en el momento de iniciarse la recesión. El nivel de la
inversión pública es de un 50% inferior al de 2007.Al ritmo de 2014 pueden
tardarse diez años en recuperar el nivel de empleo de 2007. El que se haya
recuperado el crecimiento no implica que
el clima de crisis haya desaparecido. La
tempestad sufrida ha dejado unas consecuencias difíciles de eliminar en mucho
tiempo.
Como ya se ha
indicado, la Eurozona frenó el crecimiento en 2014 respecto de las previsiones existentes al
inicio del año. Unos ritmos de crecimiento del 0,8% y del 1% como los previstos
en dicha área para 2014 y 2015, respectivamente, no dejan margen para el
optimismo y sin duda afectarán al crecimiento de la economía española de forma
no precisamente positiva.
Una política
monetaria expansiva no basta para lograr
la recuperación. “La búsqueda de la competitividad dentro de la Eurozona por
medio de los recortes salariales no es un camino para conseguir una prosperidad
ampliamente compartida. Alemania deberá de reconocer que la demanda interna importa”
(Martin Wolf, FT, 9.12.2014).
2014 habrá sido, pues, un año en el que retornó el crecimiento perdido a la economía española
y en el que la Eurozona no acabó de encontrar un camino que garantice su
continuidad. Se trata, pues, de consolidar un ritmo de crecimiento que permita
dejar atrás tanto daño como el que han generado tanto la propia crisis como el camino seguido para superarla.
Una
versión reducida de este artículo se ha publicado en la revista semanal “El
Siglo de Europa” de 22.12.2014