18 mayo 2013

REFORMAR LA POLÍTICA ECONÓMICA Julio Rodríguez López




  La prolongada debilidad  de la economía española y de la de los  países periféricos de la  Eurozona puede provocar que dichas economías pasen, desde la “gran recesión” posterior a 2007, a una autentica depresión. El impacto negativo sobre la actividad productiva y sobre el empleo de dicha evolución explica buena parte de las abundantes tensiones sociales aparecidas. Cada día que pasa de 2013 resulta más evidente que hay que exigir más contenido y ambición  a la política económica.

  En el primer trimestre de 2013 el PIB de la economía española, tras cinco años de crisis, se situó en un nivel inferior en un 7% al correspondiente al mismo periodo de 2008. El citado nivel del PIB de   2013 resulta inferior en un 20% al que se habría alcanzado de haber persistido  la tendencia de crecimiento de la economía entre 1990 y 2012. El  descenso citado de la actividad desde el primer trimestre de 2008 ha estado acompañado de un retroceso relativo mayor del empleo, el 18,5%, correspondiente a una pérdida de casi 3,8 millones de puestos de trabajo. 

  El 43% de la caída total del empleo en España  ha correspondido al sector de la construcción. Sumando a dicho descenso directo el de las industrias productoras de materiales de construcción resulta que el impacto del sector citado sobre la disminución total del empleo se aproxima al 50%.  Los ocupados ahora  en la construcción no llegan al 40%   del nivel de hace cinco años. El aumento del desempleo en más de cuatro millones en los cinco años citados se debe en su mayor parte a la caída del empleo y,  en menor proporción,  al aumento de la población activa.

El persistente y elevado desempleo reduce el PIB potencial de la economía y la participación de la población  en el mercado de trabajo. Además, el retroceso del empleo se extiende a las afiliaciones a la seguridad social, lo que origina una complicación adicional.  Las  pensiones se financian en España básicamente a partir de las cotizaciones  de los afiliados. Un retroceso continuado del total de afiliaciones pondría en peligro, pues,  el mantenimiento del actual sistema de pensiones. 

  Resulta, pues, evidente el alcance del problema que está generando la persistente caída del empleo y de la actividad en el conjunto de la economía española. Frente a dicha situación, la política económica actual parece limitarse a un amplio conjunto de recortes del gasto público (prestaciones sociales e inversión pública) acompañados de las denominadas  “reformas estructurales”. Estas últimas aparecen en bastantes ocasiones como destinadas a deshacer  o minimizar  derechos sociales logrados en mucho tiempo. 

  El afán privatizador de la gestión de los servicios públicos  de algunos gobiernos autonómicos añade una complicación más a la reducción de los flujos de prestaciones sociales que provoca la menor recaudación fiscal asociada con la caída de la actividad y el empleo. No es de recibo privatizar un hospital y que al poco tiempo el político privatizador ocupe un puesto relevante en la empresa que ha pasado a prestar el servicio público privatizado en la gestión. 

 La política económica debe de aspirar ahora sobre todo  a recuperar el crecimiento y el nivel de empleo, sin agravar más  las desigualdades. Reestructurar la economía no es desregular. La política económica actual se presenta como algo  inevitable, pero  la austeridad no conduce a la recuperación del crecimiento. El soporte aportado a la recuperación de la economía española desde la política económica  ha sido muy débil. 

  Esta última vuelve a insistir en las viejas recetas que han conducido a la penosa situación presente. Esto lo confirma  el contenido pro-ladrillo que conlleva la nueva Ley de Costas y las ventajas de todo tipo que se están preparando para dar paso al modelo de Las Vegas en la periferia de Madrid (Eurovegas). 
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  Insistir ante el continuo descenso del empleo que el remedio consiste en  flexibilizar mas el mercado de trabajo no puede ser  el resultado de  un análisis económico riguroso, sino que responde a una  ideología interesada. Si desde el Eurogrupo y la Comisión de la UE defienden mantener dicha línea de política económica es porque el gobierno  presenta en Europa dicha opción como la mejor alternativa. 

  Un problema adicional de la presente situación es el de la dificultad de conseguir financiación crediticia. Por un lado, el mercado de vivienda se encuentra limitado en su evolución  por el hecho de que los bancos en la práctica solo prestan para la compra de vivienda si se adquiere una propiedad que tienen en su poder. Por otra parte, las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, encuentran serias dificultades para la financiación normal del circulante  y para la realización de inversiones imprescindibles para el desarrollo del negocio. 

  El sistema financiero ha sufrido en poco tiempo un sustancial proceso de concentración en España. De unos 50 grupos bancarios existentes en 2007, se ha pasado a poco más de diez en 2013. Las cajas de ahorros han desaparecido en la práctica como tales entidades de crédito. En la mayoría de los casos, las cajas de ahorros son ahora entidades con una participación, minoritaria,  por lo general, en un banco de nueva creación. Sería deseable que  con dicha concentración en un número reducido de bancos  no retornase  la exclusión bancaria que en su tiempo justificó la creación de las cajas de ahorros. 

La unión bancaria dista de ser una realidad en la Eurozona. No habrá recuperación si no retorna un nivel más normal de crédito bancario. Las encuestas de crédito a Pymes del Banco Central Europeo  revelan que las empresas españolas sufren un endurecimiento crediticio superior al del resto de dicha área económica,  situación que debe de paliarse o superarse en 2013. 

 La recuperación de las exportaciones aparece ahora como el elemento más dinámico de la economía española. Sin embargo, sin negar lo positivo de dicha evolución, España y el conjunto de la Eurozona no pueden esperar  que baste con la mejora de las exportaciones  para lograr una recuperación solida, como la que logró Alemania en la primera década del presente siglo. España y buena parte de la Eurozona no tienen la “formidable industria de manufacturas orientadas hacia la exportación”  de Alemania. Cuando esto se entienda se reforzarán las presiones para cambiar el enfoque “alemán” de la actual política económica del Eurogrupo (Martin Wolf, “The German model is not for export”, Financial Times, 8 de mayo de 2013).