24 mayo 2011

Que vuelva pronto el ladrillo

Julio Rodriguez López
  En una reciente sesión  de la Comisión de Vivienda del Congreso de los Diputados, el presidente de la misma, Pere Macías y Arau (CiU) indicó al presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO) que no debía de emplear el término “ladrillo” en sentido negativo: “La gran obsesión de este país no debe de ser  la de ir en contra del ladrillo, del tocho, sino de ir en contra de esa lacra gravísima que es el paro”.
  Las añoranzas por los buenos años ladrilliles  están más desarrolladas de lo que parecería a  primera vista.  El Ministerio de Fomento creó en el pasado mes de abril una comisión  de  trabajo “para impulso del  sector inmobiliario, cuyo objeto sería el de articular la búsqueda de actuaciones encaminadas a poner en marcha las reformas necesarias en el sector inmobiliario, evaluando los desequilibrios y problemas estructurales y coyunturales del sector”.  
No sorprende tal añoranza por los buenos días perdidos. La Contabilidad Nacional de España revela que en el trienio comprendido entre 2008 y 2010 la inversión en vivienda (obra construida) descendió a un ritmo medio anual  del -17,3%. Esto supuso una detracción de más de punto y medio porcentual anual al crecimiento del PIB y explicó el sesenta por cien de los empleos perdidos en España  en dicho periodo.
No es la primera vez en España en que se acude  al subsector inmobiliario para que vuelva “tirar” del crecimiento de la economía. En 1985,  el gobierno socialista de Felipe Gonzalez introdujo una importante desgravación fiscal a la compra de segunda vivienda, deducción que se mantuvo hasta 1990. Además, dicho gobierno flexibilizó los alquileres fijando en un solo año la duración máxima  del contrato de alquiler. El   acortamiento citado   se prolongó hasta 1995, cuando  la nueva ley de arrendamientos urbanos,  dejó dicho plazo   en los cinco años actuales.
 En 1985 se prolongaba la fase de lento crecimiento de la economía, que arrastraba desde 1979,  y habia que reforzar la demanda interna. En 2011 se pretende que la construcción residencial vuelva a actuar de motor, a la vista de las evidentes lentitudes que presenta el tan traído y llevado cambio del “modelo productivo”. En ese sentido,  la Disposición Adicional 29ª del Real Decreto-Ley 5/2011, BOE de 6.5.2011, ha reforzado la  deducción por obras de mejora (rehabilitación) reguladas en la ley de presupuestos y en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Según dicha nueva normativa desgravarán los contribuyentes con base imponible no superior a 71.007,2 euros anuales. Se podrá deducir hasta el 20% (10% hasta ahora) de las cantidades satisfechas por obras realizadas en cualquier vivienda de la propiedad del contribuyente o en el edificio donde se encuentre enclavada la vivienda. Antes de entrar en vigor dicha norma, solo deducían las obras en la vivienda principal.
   La base de la desgravación  la integrarán las cantidades satisfechas mediante pagos que no se efectúen en  entregas de dinero de curso legal. La base máxima anual  será de 6.750 euros anuales para contribuyentes con ingresos anuales no superiores a 53.007,2 euros, y será inferior a dicha cuantía para contribuyentes con ingresos comprendidos entre 53.007 y 71.007,2 euros. Las cantidades  que superen la base máxima anual se podrán distribuir entre los cuatro ejercicios anuales siguientes, de forma que la base acumulada total no supere los 20.000 euros por vivienda.
 Además,  el Ministro de Fomento inició recientemente en Londres una serie de  “road-show”  europeos para impulsar la venta de las viviendas privadas terminadas y no vendidas. Dicho stock ascendería a mas de 1,1 millones de viviendas, 700.000 en el caso de excluir toda la autopromoción (cooperativas, promotores individuales y comunidades de propietarios).  En todo caso el total  de viviendas  no vendidas  estaría cerca del millón de viviendas.
 Pero el mejor estimulo al subsector inmobiliario debería de venir de la recuperación de la demanda. Un nuevo y adicional descenso de los precios de venta sería lo más adecuado. Dicho precios cayeron en un 15,4%  en la fase de crisis,  según la estadística de  precios  de tasación del Ministerio de Vivienda, por debajo de los retrocesos sufridos en países con ajustes equivalentes al del mercado de vivienda en España.  En un artículo publicado el pasado 11 de abril en el Financial Times,   Wolfang Munchau  calificó  al número de viviendas vacías (pendientes de venta) como la estadística mas importante del mercado de vivienda en España. Dicha  cifra anticipa sobreoferta de viviendas para una temporada, según dicho autor.
 El Ministerio de Fomento debería informar sobre  el estado de ejecución del Plan Estatal de Vivienda y Rehabilitación 2009-2012 que, aunque no lo parezca, está todavía vigente. Y de paso se podrían  fortalecer las dotaciones del ICO para que las viviendas protegidas calificadas no se queden sin financiación, como tantas veces ha sucedido en los tres años de crisis transcurridos

(El Siglo, 23.5.2011)

11 mayo 2011

España, mercado de trabajo. Un referente a superar

Julio Rodríguez López

    En la última semana de abril se conocieron los resultados de la encuesta de población activa (EPA) del INE correspondientes al primer trimestre de 2011. Sobre una población activa (ocupados y parados  que buscan empleo) de 23,1 millones, 18,2 millones tenían empleo y 4,9 millones estaban desempleados. La tasa de paro ascendía al 21,3% de los activos. Los resultados citados han renovado las críticas al gobierno de España y a su política económica, aunque no abundan las propuestas alternativas de actuaciones correctoras de tal estado de cosas.

   Desde el verano de 2007 han transcurrido más de tres años y medio de crisis en el caso de la economía española. En el tercer trimestre de 2007 la tasa de desempleo  era solo del 8%.  Después,  el número de parados ha crecido en 3,1 millones, en un 75,7% como  consecuencia de la reducción del empleo y en un 24,3% por el aumento de la población activa.

  Los empleos desaparecidos en España entre 2007 y 2011  se han elevado a 2,4 millones, de los que el 30,4% se ha perdido en la industria  y el 51,9% en el sector de la construcción.  A la vista de las fuertes interrelaciones que este último mantiene con otras actividades productivas,  resulta evidente que dicho sector ha debido explicar casi el 60% de las perdidas de empleo experimentadas en España desde el verano de 2007.

 El cambio de situación en el mercado de la vivienda, en el que las viviendas iniciadas  no pasaron en 2010 de las 92.000, casi la décima parte de las iniciadas en 2006, tiene bastante que ver con la situación actual del mercado de trabajo. El ajuste de la inversión pública en infraestructuras también se está dejando notar en 2011. 

 Desde la publicación de los negativos resultados de la EPA del primer trimestre abundan las opiniones en las  que se   considera preciso profundizar en la reforma del mercado de trabajo para frenar la destrucción de empleo. Dichas reformas apuntan sobre todo a la conveniencia de desligar los aumentos salariales respecto de los aumentos de precios. Un cambio como el citado llevaría sin duda a descensos reales de los salarios.  Así, por ejemplo, en el diario El País de 30 de abril se dice que “ya no puede pasar mas tiempo para que el Gobierno tome las riendas de la reforma de la negociación colectiva y evite que se convierta en un simple placebo” (Juan J. Dolado y Florentino Felgueroso, “¿El ultimo mal dato de paro?). 

 La situación española actual tiene paralelismo con lo sucedido en los años treinta del pasado siglo, con motivo de la Gran Depresión. El desempleo a escala sin precedentes fue la principal consecuencia de eta última.  La situación resultó entonces más dramática por la ausencia de sistemas públicos de Seguridad Social. Los comedores de beneficencia y los ejércitos de desempleados procedentes de las fábricas cerradas eran la imagen dominante.  En los años treinta se defendía la total flexibilización del mercado de trabajo desde las posiciones conservadoras y el descenso de los salarios para lograr una reducción del desempleo galopante. 

 La obra decisiva de Keynes, la “Teoría General” se refirió de forma primaria al mercado de trabajo, que ocupa el lugar central de dicho libro.  Para Keynes,  una deflación salarial conduciría  a  un descenso de la demanda efectiva  y a menor actividad y empleo.  “El  descenso de los salarios monetarios como reacción ante el desempleo podría generar  expectativas negativas y dar lugar a cierres de empresas, con lo que el nivel de demanda agregada y el empleo permanecerían inalterados” (General Theory, Pág. 267).

 El que el desempleo tenga su origen en España en el retroceso agudo de los niveles de ocupación, junto al  protagonismo del sector de la construcción en dicho retroceso,  lleva a pensar que una parte del paro en España tiene un componente keynesiano no despreciable. No es posible desarrollar ahora programas de inversiones públicas para reactivar la demanda, a la vista del elevado nivel existente de endeudamiento público y privado. Pero tampoco resulta razonable impulsar políticas que a corto plazo conducirían a nuevos descensos de la demanda efectiva de la economía. 

 Los resultados de la Encuesta de Población Activa del INE relativos al primer trimestre de 2011 implican que la mejor política económica  a desarrollar en España es la que mas puestos de trabajo genere. Dicha política debe de atender al control de los deficits de todas las administraciones públicas y a la mejora de la competitividad general de la economía. Tampoco deben de quedar al margen de la lucha contra el desempleo las administraciones territoriales, autonomías y ayuntamientos. Una cosa es equiparar la normativa laboral española a las prácticas frecuentes en el resto de la Eurozona y otra es someter a la economía a grados innecesarios de reducción de la demanda y del empleo, como sucedería de seguir al pie de la letra las recomendaciones  que insisten en echar las culpas al mercado de trabajo. 
(El Siglo, 9 de mayo de 2011)