07 junio 2011

El peor resultado electoral después de Franco

Julio Rodríguez López
  
 El camino abierto  hacia las próximas elecciones generales impulsa nuevos analisis de los resultados de las  elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo. El diario británico Financial Times  (24.5.2011) subrayó que  “el PSOE perdió un conjunto de elecciones locales y regionales en el camino hacia su peor resultado electoral en la era postfranquista”.  En esta ocasión los españoles parecen haber votado más en clave nacional que local o autonómico. voto tradicional en la Comunidad de Madrid.
  El PSOE parece haber perdido votos (1.484.778 menos que en las municipales de 2007) en todas las direcciones. En las democracias maduras existen amplios segmentos de votantes que premian o castigan la gestión de los gobernantes. En estos casos no tiene nada de raro que dicho voto pueda cambiar de una a otra elección sin ningún tipo de dramatismo (Juan F. Martin Seco, “Quien la hace la paga”, Republica de las Ideas, 27.5.2011).
 Al margen de que los partidos socialdemócratas europeos no están atravesando su mejor momento desde el inicio de la crisis  económica en 2007, parece evidente que los electores han castigado en las últimas elecciones municipales la gestión que de dicha crisis ha realizado el gobierno socialista. Las más que trascendentes y discutibles actuaciones del presidente del gobierno en política territorial en la primera  legislatura,  que estan incidiendo en las dificultades actuales para superar la crisis, no parecieron afectar a  la valoración de su gestión en las elecciones generales de  2008, en las que Zapatero amplió el voto de 2004.
Sin embargo, la pérdida de casi dos millones y medio de empleos desde el último trimestre de 2007 y las abundantes incertidumbres de futuro que pesan sobre los ciudadanos sí que han debido influir en el reciente resultado electoral. La tardanza en reconocer la crisis y en  acometer actuaciones relevantes ante la misma ha podido  alejar a numerosos votantes del actual presidente del gobierno. La asociación del paro con Zapatero resulta abusiva a todas luces, pues los gobiernos autonómicos y locales pueden hacer bastante más para atacar el desempleo. En numerosas ciudades, sobre todo en las más próximas al mar, los gobiernos locales  no  facilitan la instalación de empresas que pueden crear nuevos empleos, sobre todo si ello conlleva emplear suelo sobre el que existen expectativas de revalorización inmobiliaria en cuanto se reactive el crédito bancario.
  El cambio de signo de la politica económica en España  desde mayo de 2010 resultó espectacular. Para poder superar la crisis de endeudamiento de la economía española, en la que el peso de la deuda privada es muy superior al de la pública, se han llevado a cabo ajustes trascendentes en el gasto público. Los impuestos indirectos han subido (ahora resulta fuera de lugar la eliminación previa que se hizo del impuesto sobre el patrimonio), se ha alargado la edad de disfrute de la pensión y, sobre todo, se han cargado las tintas sobre la cuestión del mercado de trabajo. Hasta en los mítines ha insistido el presidente del gobierno en que en España hay un paro elevado como consecuencia de la falta de flexibilidad del mercado de trabajo, cuando nada menos que el 60% de la destrucción de empleo se ha originado en el subsector de la construcción residencial, donde no cabe mas flexibilidad.
Como sucede a numerosos partidos socialdemócratas en Europa, a los socialistas españoles  les cuesta mucho  imaginar alternativas. Se trata sobre todo de clarificar el problema a resolver. Las prestaciones sociales (educación, sanidad, pensiones) no han perdido popularidad entre sus beneficiarios. Hay un fuerte aumento de la desigualdad y una seria pérdida de seguridad (económica, física y política) que genera miedo y corroe la confianza en la que se basan las sociedades civiles. A fuerza de vivir mucho tiempo bajo una creciente desigualdad la sociedad puede convencerse de que tal situación es una condición natural.
 No puede dejarse la regulación económica por completo en manos del mercado y pensar ingenuamente que con dichas prestaciones sociales se corregirán los elevados costes que ello implica. Antes que hablar de redistribuir hay que mostrar a los votantes que se tiene capacidad de gestionar la economía con rigor, y que  dicha gestión no aumentará las desigualdades.
Con vistas a las próximas elecciones generales, la reciente derrota del partido político    español hasta ahora considerado el  más representativo de la socialdemocracia  no tiene, pues, porqué implicar un rechazo del socialismo. Se castiga, más bien, el abandono del compromiso histórico de los  socialistas con la justicia social. Una vez más, los rótulos del partido deben de ser coherentes con lo que se hace.  No está de más tener en cuenta los problemas de los ciudadanos y no hablar sólo de ganar elecciones. La cuestión está en para qué se quieren ganar las elecciones. 
(El Siglo, 6.Junio.2011)