En septiembre de 2016 el INE ha publicado un
conjunto de cifras macroeconómicas revisadas correspondientes a los últimos
ejercicios anuales de la economía española. En dicha cifras destaca el relativo alcance de la revisión a
la baja del crecimiento del PIB. También son llamativos los descensos sufridos
por el sector de la construcción en los últimos años de la crisis, la mayor
fuerza de las exportaciones y el
descenso de presencia de los salarios en el conjunto de las rentas generadas en
la economía.
En el periodo comprendido entre 2009 y 2013
la caída acumulada del PIB de la economía española fue del 10,1%, según la
serie revisada, descenso más acusado que el 7,7% correspondiente a las cifras
hasta ahora disponibles. Estas
diferencias señalan que los datos que inicialmente se publican sobre el crecimiento
del PIB en España suelen contener mayores ritmos de crecimiento que los que se obtienen en las estimaciones efectuadas
posteriormente al disponer de mayor
información.
Al parecer, pues, no solo los políticos sufren
de la “tiranía del instante”, sino que los estadísticos oficiales (INE y Banco
de España, en especial) también sufren de dicho vértigo. Desde el inicio de la última
recesión se advirtió que, según los datos publicados, el PIB (Contabilidad
Nacional) retrocedía con menor intensidad en España que el empleo, medido este último por la
Encuesta de Población Activa. Dicha disparidad fue uno de los argumentos justificativos de unas reformas
laborales de amplio calado, pues
apuntaban a una rigidez excesiva en los puestos de trabajo.. Atención, pues, a
la evolución del PIB, sobre todo cuando su evolución difiere en exceso de los
datos de empleo.
Otros
resultados destacados de la serie revisada de Contabilidad Nacional son la ganancia
de peso en la economía española de las exportaciones (pasaron del 25,7% del PIB
en 2007 al 33,2% en 2015), en especial las de mercancías y servicios diferentes
al turismo. Este dato apuntaría a una composición más diversificada de la
economía española. Por otra parte, resulta espectacular el retroceso de la
presencia del sector de la construcción en la economía, que por el lado de la
demanda descendió desde el 21,5% del PIB en 2006 hasta el 9,7% en 2014. También
es llamativa la disminución de cuota de los salarios en el PIB, que pasaron
desde el 50,9% en 2009 hasta el 47,4% en 2015, reflejo de las peores
condiciones salariales derivadas, en general, de la reforma laboral.
La
trascendencia mayor del sector exterior en el crecimiento presente de la
economía la confirma la reciente desaceleración
intersemestral del aumento del PIB. Esta magnitud pasó de crecer a un ritmo del 3,4% en el
segundo semestre de 2015 al 3,2% en el primer semestre de 2016. Dicha desaceleración hubiese sido más acusada de no ser por la
aportación positiva que el conjunto del sector exterior efectuó en este periodo
al crecimiento del PIB, pues la demanda interna de la economía creció un punto
menos.
El Banco de España (Boletín Económico, septiembre
2016) ha actualizado las previsiones sobre la evolución de la economía
española. El crecimiento de 2016 lo sitúa en el[T1] 3,2%, una décima por encima de la
anterior previsión, mientras que en 2017 tal crecimiento retrocedería hasta el 2,3%.
Según la entidad citada, detrás de dicha desaceleración están las menores
aportaciones que en el próximo año pueden efectuar las variables que hasta
ahora más han facilitado la recuperación de la economía española: el bajo
precio del petróleo, que parece iniciar una recuperación, la falta de apoyo
fiscal a la demanda desde las administraciones públicas, la mayor estabilidad
del tipo de cambio, mientras que del descenso de los tipos de interés no cabe esperar
nuevos impulsos.
El Banco de España ha efectuado las previsiones
de octubre de 2016 sin incluir en las mismas las consecuencias del imprescindible esfuerzo de consolidación
fiscal. Es evidente que desde la Comisión de la UE se presionará para que en
2018 el déficit público esté por debajo del 3%, circunstancia que no contemplan
las previsiones del Banco de España.
Como el nuevo gobierno tendrá que cumplir tal requisito para no incurrir en multa o en
retirada de los fondos estructurales desde la Comisión, todo indica, pues, que
las previsiones del Banco de España resultan ser más optimistas que el escenario
más previsible, en el que habrá que efectuar
detracciones significativas al gasto público o aumentos de los ingresos fiscales (véase impuestos) para
lograr la citada reducción del déficit. De nuevo la Contabilidad Nacional
presentará a corto plazo un crecimiento más elevado que lo previsto, y se
tardará no menos de tres años en conocer la realidad de la economía española.
Una versión de este artículo
se publicó en la revista semanal El Siglo de Europa el 10 de octubre de 2016