La economía mundial mejoró sensiblemente su
evolución en 2017. En dicho año destacó la recuperación registrada en la
Eurozona, donde el crecimiento superó el 2%. El mayor crecimiento correspondió
a las economías emergentes, que crecieron por encima del 4%. Existe un evidente
contraste entre una política
crecientemente mercantilista, que no
facilita el crecimiento, y la
continuidad de la mejoría experimentada por la economía.
Es posible que el crecimiento previsto para
2018 supere a la tendencia a largo plazo, lo que podría suponer un freno
potencial al crecimiento. “Durante algún
tiempo, la economía y la política pueden seguir por cauces separados, Pero a
largo plazo la cuestión radica en que si
la economía cayese por sí misma, la política podría llegar a arruinar a
la economía” (Martin Wolf, “La economía mundial se alegra mientras que
la política se agria”, FT, 9.1.2018).
En cuanto a la economía española, las
diferentes estimaciones señalan la presencia de un crecimiento del 3,1% en 2017
(3,2% en 2016). En el tercer trimestre
de 2017 el PIB superaba al nivel alcanzado en el segundo trimestre de 2008 en
un 1,5%, mientras que el empleo (19 millones de ocupados EPA) era inferior al
de 2008 en un 7,7%, correspondiente a un
descenso de 1.597.700 empleos. Se ha
alcanzado, pues, un nivel de producción superior al máximo de la crisis con
millón y medio de empleos por debajo.
En 2017 volvió a destacar la potencia de la
demanda interna, con evoluciones dispares entre sus componentes. Frente a la
aceleración de la inversión en bienes de equipo, construcción y exportaciones,
en 2017 ha destacado la desaceleración sufrida por el consumo privado, cuyo
crecimiento descendió desde el 3,2% de
2016 hasta el 2,5% en 2017. Es posible
que el retroceso de la tasa de ahorro de los hogares (7,7% en 2016, 7% en 2017)
explique una actitud más prudente en los hogares, sobre todo en las
compras de bienes duraderos.
En cuanto al empleo, la variación interanual
de los ocupados EPA fue del 2,8% (2,3% en 2016) en el tercer trimestre. Se
aceleró la afiliación a la seguridad social, que a fin de año aumentó un 3,6%
sobre el mismo mes del año precedente.
En el tercer trimestre de 2017 la tasa de
desempleo EPA fue del 16,4%. Dentro del empleo asalariado, el 27,3% fueron
temporales, mientras que los ocupados a tiempo parcial ascendieron hasta el 14,4% del total de ocupados El empleo en la construcción aumentó en 2017 por encima de la media, tanto
en la EPA como en la afiliación a la Seguridad Social. A fines de 2017 la
construcción suponía el 6% del total de
afiliados a la Seguridad Social.
El índice de precios de consumo creció en un
1,2% en 2017 (1,7% en 2016), consecuencia del menor aumento de los precios de
los carburantes. El superávit de la balanza por cuenta corriente se situó en torno al 1,7% del PIB, inferior
al 2% de 2016. Destaca la continuidad de dicho superávit en un contexto de
crecimiento significativo del PIB y de la demanda interna.
El déficit de las administraciones
públicas retrocedió desde el 3,4% de
2016 hasta el 3,1% en 2017. El peso de la deuda pública en el PIB se situó a
fin de año en torno al 98%. La previsión de crecimiento de la economía española
para 2018 es de un aumento del 2,6%, medio punto inferior al de 2017. La menor
aportación al crecimiento de la demanda exterior y la menor pulsación de la
demanda interna serían los factores explicativos del más bajo crecimiento de la economía.
En la desaceleración de la demanda interna
desempeña un papel relevante la evolución del contencioso catalán, problema que
podría presentar una importancia superior a la antes indicada. De este modo, de
agravarse el problema citado, el
crecimiento de la economía española podría resultar inferior al 2,6% antes
indicado.
Este artículo se publicó
en la revista El Siglo de Europa de 9.1.2018
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