Las previsiones de primavera de la Comisión
Europea han confirmado la presencia de un proceso de recuperación en la
economía española. Según tales
previsiones, la economía española puede crecer a un ritmo del 1,1% y
del 2,1% en 2014 y 2015, respectivamente
(-1,2% en 2013). La actividad productiva habría, pues, dejado de descender en
España, después de seis años de prolongado retroceso, en los que la caída media
anual del PIB estuvo próxima al 1% y el
empleo se redujo en un promedio anual del 3%.
El cambio de ciclo de la
economía española, que se inició en la segunda mitad de 2013, no ha sido una
evolución aislada, resultante de una política económica no precisamente
expansiva. Se trata “de una
recuperación más duradera que las
registradas después de 2008, que está teniendo lugar en la Unión Europea y en
la Eurozona” (Comisión Europea, European Economy, 3/2014). El mayor ritmo de
aumento del comercio mundial también subraya el carácter generalizado de la
recuperación a nivel mundial. El cambio que está sucediendo ahora en España se integra,
pues, en un proceso de recuperación general que al fin ha llegado a la Eurozona.
Los niveles de actividad y de empleo del primer semestre de 2014 están todavía situados
en España por debajo de fines de 2011, que fue cuando entró en funciones el actual
gobierno. El cambio cíclico registrado desde 2013 por la actividad y el empleo
tiene lugar en un contexto de inflación
reducida, de superávit exterior y de constante aumento de la deuda pública.
Tras crecer
a un ritmo intertrimestral del 0,4% en el primer trimestre de 2014, el
PIB de España está ahora un 6,8% por
debajo del nivel correspondiente al primer trimestre de 2008, último periodo de
crecimiento inmediatamente anterior a la
última recesión. Asimismo, el PIB de España está situado un 17,3% por debajo del volumen que habría
alcanzado de haber mantenido una modesta
tendencia de crecimiento del 2% anual después del periodo citado de
2008. De continuar creciendo el PIB a un
ritmo similar al del primer trimestre de 2014, podría alcanzarse el nivel
de actividad previo a la crisis en el tercer trimestre de 2015.
En materia de empleo, en 2014 la distancia respecto de los
niveles previos a la crisis resulta
bastante más acusada que en el caso del PIB. Los empleos EPA han disminuido
en casi 3,7 millones desde el principio de 2008 hasta el primer trimestre de 2014, un 18,5% en seis años. Para alcanzar
el nivel de empleo perdido sería preciso crear durante diez años consecutivos
un volumen medio anual de 370.000 puestos
de trabajo, esto es, el empleo debería aumentar en dicho periodo en torno al 2%
anual, evolución que parece difícil de lograr. La previsión de la Comisión
Europea sobre el empleo en España para 2014 y
2015 es de una variación anual del 0,4% y del 1,2%, respectivamente, muy
lejos de las tasas necesarias para recuperar el empleo perdido.
En 2014
se recuperan con moderación las magnitudes flujo (actividad, consumo), mientras
que la evolución de las magnitudes stock (empleo, paro) resulta más
problemática. La situación por la que ha atravesado la economía española entre
2007 y 2013 no ha sido la de una
recesión ordinaria. En dicho periodo ha habido problemas de solvencia en los sectores público y privado, han desaparecido
cientos de miles de empresas, han disminuido las prestaciones sociales y ha
tenido lugar una crisis bancaria que se
ha llevado por delante a las cajas de ahorros, la mitad del sistema financiero
en 2007. “Los flujos determinan como se sienten los inversores, los stocks
determinan como se siente la gente” (Wolfgang Munchau, “Confidence is a poor measure of economic health”, FT, 27.4.2014).
Una recesión tan prolongada como la sufrida
por la economía española expulsa del mercado de trabajo a bastantes personas,
como lo refleja la caída de la población activa y el aumento de los inactivos. Así,
en el último trimestre de 2007 la tasa de empleo en España (ocupados por
población de 16 y mas años) era del 54,38%. En el primer trimestre de 2014
dicha tasa en cuestión era solo del
44,06%.
La recuperación de la actividad económica y
del empleo tendrá que prolongarse durante bastante tiempo hasta llegar a
alcanzar el punto de partida, en este caso
el primer trimestre de 2008. Al
ritmo de la recuperación de 2014 el
retorno al empleo del pasado pre-crisis se puede prolongar durante toda una generación.
En todo caso, España necesita
crecer más. Para ello resulta imprescindible, en primer lugar, que se produzca
una expansión mayor del crédito bancario. La ayuda directa y fiscal a los
bancos ha sido impresionante. En segundo lugar, resulta imprescindible el
ingrediente adicional del papel dinamizador del Banco Central Europeo, que tiene
un amplio margen a desarrollar (Santiago Carbó, “De toboganes y de crédito”, El
País, 6.5.2014).
El papel hasta ahora
desempeñado por dicho banco central no
es comparable con el de otros bancos centrales, casos de Estados Unidos y
Japón. Por último, no se debe de perder
de vista el papel del tipo de cambio. El euro
se ha fortalecido en más de un 6% en abril de 2014 sobre el dólar respecto del año anterior. Resulta difícil
competir con el resto del mundo con un precio del euro próximo a los 1,40
dólares, precio que convierte en inútiles los esfuerzos que supone la devaluación
interna.
Una versión mas reducida de este articulo se ha publicado en la revista El Siglo de 12.5.2014