06 junio 2011

Motril y la nueva crisis del campo

Julio Rodríguez López

 El  pasado miércoles 1 de junio el diario estadounidense “The New York Times” (NYT) informaba a sus lectores de la profunda crisis de ventas y de imagen sufrida por la producción hortícola española. Se trataba de un reportaje titulado “El brote de bacteria afecta a  la producción española”, firmado por Raphael Minder. El informe en cuestión se envió desde Motril, Spain.

  En la primera parte de dicho trabajo se informaba que los invernaderos de Motril  estaban desiertos el martes 30 de mayo, al “colapsar” la demanda de productos agrícolas españoles, una vez que las autoridades regionales alemanas  del “lander” de Hamburgo atribuyeron la causa de la erupción mortal de la bacteria E. coli a la producción agrícola andaluza. El jueves 2 de junio las autoridades nacionales alemanas informaron de que los tests realizados demostraron que los pepinos españoles no eran portadores de la bacteria citada.

  El informe citado  subrayaba que “en Motril pocos eran optimistas”. El miércoles 1 de junio en Mercomotril funcionaba solo una de las ocho correas transportadoras. El número de empleados de dicha empresa se había recortado desde 110 hasta 25. Se confiaba, según el NYT,  en que el gobierno español buscase compensaciones por parte de la Unión europea, aunque las esperanzas de ayudas financieras eran remotas.

Después de la descripción del problema y de su impacto sobre la actividad de producción y de comercialización de productos horticolas, el informe en cuestión incluía un repaso somero del pasado agrícola de Motril.  “Motril se ha enfrentado antes a crisis agrícolas. Se desarrolló como un centro productor de caña de azúcar, pero esa actividad cesó después de que en 2005 la Organización del Comercio  Mundial declarase ilegales a las subvenciones al sector azucarero. La producción de pepino se convirtió en la principal actividad de la zona, en parte porque es uno de los productos agrícolas españoles que no ha sufrido una dura competencia de las más baratas producciones procedentes de Marruecos”.

 A partir de esta descripción el texto del informe recoge las opiniones del alcalde de Motril, Carlos Rojas. “La agricultura emplea a 30.000 de las 150.000 personas que viven alrededor de Motril. Antes del brote de E. coli, la agricultura había sido uno de los escasos “puntos claros” de la economía de la región, compensando parte de las recientes perdidas de empleo registradas en la colapsada y muy endeudada industria de la construcción. Es un desastre tras otro, pues hablamos de la destrucción de empleo en un sector que había conseguido ayudarnos a absorber parte del pinchazo de la burbuja de la construcción”.

El domingo 5 de junio los principales diarios españoles han informado sobre la trascendencia de la producción de hortalizas y frutas  dentro de la agricultura española, subrayándose el hecho de  que dicha producción ejerce una importante influencia sobre otras actividades productivas,  como el comercio y el transporte. Dicha producción supone el 40% del valor de la producción final agraria española, de la que el 60% se exporta en casi su totalidad a la Unión europea. Existen en España 51.000 hectáreas de invernaderos dedicados a dicha producción, estimándose en 300.000 el número de empleos ligados a   la producción en cuestión.  Se considera que el punto débil  de la horticultura española es la competencia que ejercen las producciones procedentes del norte de África, así como la derivada de los “macroinvernaderos” situados en algunos países del norte de la Unión Europea.

 En la noche del 5 de junio,  en la edición digital del diario El País,  se destaca la noticia de que Alemania apunta a una plantación de soja, como posible origen del brote de  la bacteria E. coli. Se señala en concreto a una plantación de brotes vegetales en Uelzen, Baja Sajonia, como la nueva sospechosa de haber provocado la infección que ha matado a 22 personas, de ellas 21 en Alemania.

 Tardará tiempo en borrarse la pésima imagen que se ha dado, de forma  frívola y precipitada, de la agricultura exportadora andaluza. Ello resulta mas grave  en un contexto como el actual,  de fuerte crisis económica y de elevado desempleo,  como es ahora el caso de España y, sobre todo, de Andalucía. De paso nos hemos enterado de que la agricultura pesa mas en la economía de Motril que lo que cabria esperar del tratamiento que en  la opinión publicada  se le concede a dicha actividad.  En el tiempo que viene será preciso luchar por conseguir las más que justificadas compensaciones al subsector agrícola afectado y también trabajar para mejorar una imagen comercial injustamente perjudicada.