NUEVOS GOBIERNOS. EL PSOE
CONSERVA URBANISMO EN ANDALUCIA
Julio Rodríguez López
5.5.2012
Los resultados electorales más recientes están provocando abundantes
cambios de gobierno en Europa. A ello se une
el acceso a la presidencia de algunos gobiernos de personalidades de
perfil tecnocrático, en las que se confía para sacar adelante la economía del
país ante las enormes dimensiones de la crisis. En este segundo caso sufre la
democracia, puesto que los partidos políticos no ofrecen soluciones rigurosas a los problemas planteados y la propia
economía acaba imponiendo a los
candidatos.
En Andalucía, tras las elecciones
autonómicas recientes, no ha habido cambio en la presidencia del gobierno, pero
José Griñan tendrá que trabajar con un gobierno de coalición PSOE-IU para disponer de mayoría parlamentaria. En el
reparto competencial resultante para formar el nuevo gobierno no parece haberse llevado ninguna competencia
trascendental el nuevo socio de gobierno.
Cuando se anunció que la Consejería de
Obras Públicas y Vivienda pasaba a manos de IU, algunos pensaron que,
como sucedió en las primeras elecciones municipales de 1979, dicha coalición se iba a quedar con la poderosa competencia de
política territorial o urbanismo.
Sin embargo, la competencia de Urbanismo o gobierno del suelo se ha
integrado en la de Agricultura en el nuevo gobierno, formando así una
extraña y poco frecuente combinación de competencias. Como ha sucedido en los
presupuestos generales del Estado, pocos
recursos pude haber en estas circunstancias
para nuevas inversiones públicas, que son las que aportan nervio a Obras
Públicas. El Presupuesto ha vuelto a quedar en manos socialistas, junto a
Economía. Como dijo el portavoz del PP,
Carlos Rojas, IU daba mucho a cambio de unas competencias de escaso alcance,
sobre todo en tiempos de crisis
económica.
En cambio, con las competencias de Urbanismo se puede incidir en el
destino del suelo y en la configuración de las áreas urbanas. Entre la
Constitución de 1978, los Estatutos de Autonomía y las tremendas Sentencias del
Tribunal Constitucional sobre el particular, el destino del suelo se decide en
España a nivel de política municipal y autonómica. España es el único país de
Europa Occidental en el que el gobierno del Estado nada tiene que decir sobre
el destino del suelo. A título de ejemplo, en la vecina Francia una dirección
general del gobierno del Estado decide tal destino del suelo, lo que subraya el
interés del estado republicano sobre la asignación del suelo a diferentes
fines.
Los ayuntamientos deben de someter los planes locales de Urbanismo a la
aprobación del gobierno autónomo, en este caso la Junta de Andalucía.
Asimismo las decisiones más relevantes
sobre el destino del suelo deben también de someterse a la aprobación del
gobierno regional. De lo anterior se deriva que la cuestión de la política de
suelo se reparte entre ayuntamientos y gobierno autónomo. La iniciativa corresponde, por lo general, al
gobierno local, en el que el concejal de Urbanismo tiene un peso relevante, el más importante
tras la preparación del presupuesto local.
Un ejemplo de la trascendencia de
la política de suelo se produce en Motril con el caso del previsto polígono
empresarial próximo al Puerto. El aumento de dimensión del Puerto citado ha
sido espectacular en la última década. Sin embargo, ello no ha estado
acompañado de la creación de un área territorial para la instalación de nuevas
empresas. El polígono en cuestión está parado mas de diez años, cuando las
necesidades de crear nuevos empleos en esta ciudad resultan angustiosas para
numerosas familias. No parece que el tema haya interesado demasiado al gobierno
regional ni tampoco se han oído los lamentos motrileños sobre dicha carencia.
El urbanismo frena así el aumento del empleo.
En Motril se presenta con frecuencia al turismo no tanto como una
actividad productiva generadora de empleos, sino más bien como una especie de
religión. Bajo el pretexto del fomento del turismo se han adoptado en Motril
decisiones sobre el destino del suelo que poco han favorecido al desarrollo de
dicha actividad. En el fondo se trataba
de simples promociones inmobiliarias devoradoras de suelo, generadoras de grandes beneficios empresariales pero que no crearon empleos permanentes.
Motril, como Andalucía, adolece de un
tejido industrial poco diversificado, en el que ha pesado demasiado la
construcción y en el que ha perdido peso
la agricultura, sometida a una competencia feroz por parte de la producción
procedente de Marruecos. La industria
tiene una participación muy reducida. En
las ciudades en las que hay alguna
instalación industrial la opinión pública
parece enterarse de la trascendencia de dichas empresas el día en que se
anuncian problemas en las mismas.
En el inminente verano que viene se cumplirán cinco años desde el inicio
de la crisis económica. Esta última está golpeando a España con intensidad,
situación complicada asimismo por el defectuoso diseño de la Eurozona. La
moneda común, el euro, ha reunido a
países con perfiles económicos muy
diferentes (compárese Alemania con
Grecia) sin mecanismos fiscales compensatorios y con un banco central que no
orienta sus actuaciones hacia el logro de unos ritmos de crecimiento económico
satisfactorios.
El urbanismo andaluz ha sido
complaciente con la construcción masiva de viviendas, como lo confirma el que
Andalucía llegase a construir más viviendas que el Reino Unido, unas 100.000 al
año en la pasada etapa de auge inmobiliario, cuando el máximo ritmo de creación
neta de hogares no pasó de 50.000 en algunos años. El urbanismo andaluz y, dentro del mismo, el urbanismo desarrollado
en Motril, no ha estimulado, sino al contrario, la instalación de empresas y ha vuelto la
espalda al campo, cuando no ha sido hostil al mismo, situación que se vivió en
su día con la cuestión de los invernaderos.
Es de desear buena fortuna al nuevo gobierno andaluz. En su toma de
posesión como nuevo presidente de la
república, el 15 de mayo, François Hollande
dijo expresamente que prefería la creación de empleos estables a la
obtención de grandes beneficios especulativos. Es de desear que el eco de dicha
palabras llegue a España y a Andalucía.