El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó
a fines de enero las previsiones para la
economía española en 2017, junto a un conjunto de recomendaciones de política
económica. Entre las previsiones destaca la desaceleración
del crecimiento desde el 3,2% de 2016 hasta el 2,3% en 2017, evolución
explicada por el menor aumento de la demanda interna. Los desequilibrios
básicos de la economía española no aumentarán en 2017 y el desempleo medio retrocederá en punto y
medio porcentual. Para el FMI el elevado desempleo, la alta deuda pública
y el débil aumento de la productividad son las principales debilidades
estructurales de la economía española.
Como se ha
indicado, la desaceleración del crecimiento del PIB en 2017 la explica la menor expansión de la demanda interna, en la
que el consumo privado es el principal componente, al suponer el 57% del PIB.
El mayor precio de la energía y una
ligera elevación de la tasa de ahorro familiar explican la desaceleración en 0,6 puntos porcentuales
de la tasa de crecimiento del consumo de los hogares.
El aumento medio del empleo caerá desde el 2,9% al 2,3% en 2017. Se prevé
un descenso de punto y medio de la tasa
de desempleo, en parte por la
persistencia en el descenso de la población activa. La productividad del
empleo crecerá solo en un 0,3%, lo que
implica que continuará situada en niveles poco brillantes, a todas luces
mejorables.
La fuerza de la demanda interna no impedirá
que la balanza de pagos vuelva a registrar un superávit próximo al 2% del PIB. Será
interesante comprobar si cuando vuelva de nuevo a “tirar” con fuerza la
construcción residencial se puede mantener el superávit exterior. El déficit de
las administraciones públicas de 2017 lo
sitúa el FMI en el 3,2%, por encima del compromiso del gobierno español frente
a la Comisión Europea. El nivel relativo de la deuda pública volverá a situarse en el 99,2% del PIB. La
inversión pública se mantendrá en niveles reducidos.
Para atacar los
problemas crónicos de la economía española, el FMI recomienda varias líneas de
actuación. Destaca la necesidad de una política activa de empleo más efectiva,
política que se realiza en colaboración con las comunidades autónomas, que adolece
de coordinación y debe de atacar al paro de larga duración y al desempleo
juvenil.
Urge reformar la financiación autonómica. Las
autonomías, además de prestar servicios públicos básicos como educación y
sanidad, mantienen diferencias crónicas
entre sí en cuanto a niveles de desarrollo. Además, se deben de reforzar las
políticas educativas y de innovación, para mejorar la productividad general de
la economía. El necesario avance en la consolidación fiscal no debe de afectar
a la creación de empleo y al necesario aumento de la productividad.
El sistema
bancario ha fortalecido su solvencia, pero sigue adoleciendo de una baja
rentabilidad. La mejoría de esta última,
en el contexto presente de bajos tipos de interés, exige mantener un fuerte
control de los gastos. Además, los bancos deben de eliminar a mayor ritmo los activos no rentables que todavía ensombrecen los balances de las
entidades de crédito, y también requieren
de ritmos mayores de aumento del
crédito, pues en 2016 la variación ha sido negativa.
Al inicio de
2017 ha destacado la aceleración del aumento
de los afiliados a la seguridad social (3,3% fue la variación interanual de
enero) y el incremento de los precios de consumo, que en enero han crecido a un
ritmo interanual del 3%, por encima del 1,8% de la Eurozona en el mismo mes. El
panorama es moderadamente optimista, siempre que en el contexto internacional no
se produzcan elevaciones significativas de los tipos de interés y que el señor Trump no desestabilice el contexto
económico general.
Articulo publicado en la revista semanal El Siglo de Europa el 13.2.2017
Articulo publicado en la revista semanal El Siglo de Europa el 13.2.2017