26 enero 2016

Ideas de economía catalana, según la Contabilidad Regional de España Julio Rodríguez López[


  1. La publicación en diciembre de 2015 de los resultados definitivos de la  Contabilidad Regional de España para 2014   permite hacer una aproximación documentada  a la realidad económica de la controvertida comunidad autónoma catalana.
  Cataluña tiene un peso destacado en España. Es la sexta autonomía española por superficie (32.113 km2, el 6,4% de España), la segunda en población (7,4 millones de habitantes, el 15,9% de España), detrás de  Andalucía,  y la primera en cuanto a valor del Producto Interior Bruto (PIB). Esta última magnitud  ascendió en 2014 a   197.004 millones de euros, el 18,9% de España, seguida muy de cerca por Madrid. Cataluña  es también la primera autonomía de España en materia de empleo, 3,2 millones de ocupados en 2014, el 18% de España,  según la  citada Contabilidad Regional.

 En cuanto al nivel de desarrollo, medido por el valor del PIB por habitante a precios corrientes, Cataluña ocupaba en 2014  la cuarta posición de España (detrás de Madrid, Navarra y País Vasco), con un nivel equivalente al 118,8 por cien de la media de España. A pesar de la acción redistributiva del Estado (fiscalidad directa y prestaciones sociales netas) que afecta más a  Rioja  y Madrid que a Cataluña, esta última mantuvo  en 2013  la cuarta  posición en cuanto a renta disponible de los hogares  por habitante, con un nivel del 115,4 por cien.

  El mayor nivel del PIB  por habitante de Cataluña respecto del resto de España se explica, en primer lugar, por la mayor productividad de su economía: el PIB por persona ocupada  supera a la media de España en un 5,1%. En segundo lugar, la tasa de empleo (personas ocupadas respecto de la población) de Cataluña es del 51,3% (población de 16 y más años), mientras que  dicha tasa es del 46,9% en el conjunto de España.

 La mayor productividad de Cataluña la justifica la composición del PIB. Destaca, en primer lugar, el mayor peso de la industria (excluida construcción) en el  valor del PIB catalán, el 18,5%  del total en 2014, tres puntos más que el conjunto de España. Llama la atención el notable descenso de participación de la industria en el PIB de Cataluña, que hace diez años se elevaba al  25%.

  Por otra parte, los servicios de mercado (comercio, hostelería, transportes y comunicaciones, básicamente) pesan más en Cataluña que en la media (62,5% del PIB frente al 53% de España). Por el contrario, agricultura-ganadería, construcción y servicios  no de mercado, básicamente administraciones públicas, pesan menos en Cataluña que en España. También  destaca  en Cataluña la notable presencia en su  industria de sectores “maduros”, como el textil y el automóvil, en los que dicha competencia resulta más difícil de soportar. El peso del turismo se ha reforzado en los últimos años, lo que provocará problemas de “acomodo” con otras actividades productivas.

 A fines de 2015 había  en Cataluña 3,1 millones de afiliados a la Seguridad Social, el 17,8% del total de España. El total de pensionistas residentes en Cataluña, alrededor de 1,7 millones (dos tercios  correspondían a pensionistas por jubilación), suponía el 17,9% del total nacional. La cuantía media de la  pensión ascendía en Cataluña  a  925,3 euros mensuales, un 3,6% por encima de la media de España.  

La pasada recesión de la economía española, registrada entre 2007 y 2013,  afectó de forma similar  a   Cataluña que al resto de España, puesto que en ambos casos el ritmo medio anual  de retroceso del PIB  fue  del 1, 5% en el periodo citado. La recuperación posterior a 2013 parece más acusada en Cataluña.

  Los problemas económicos de Cataluña presentados como  justificantes de  la “desconexión” anunciada de España no difieren demasiado de  los que tiene planteados el conjunto de la economía española. No está claro que haya “asfixiado” a la economía de esta comunidad autónoma  la solidaridad de aquellos catalanes que pagan más impuestos, por tener una renta o  riqueza superior,  con  los ciudadanos españoles más necesitados. La relativa ralentización del crecimiento de la etapa previa a la recesión derivada del pinchazo de la burbuja inmobiliaria  es una cuestión interna de Cataluña.

 El supuesto amplio déficit de la balanza  fiscal de Cataluña  ha sido  el argumento económico empleado con mayor intensidad para justificar la necesidad imperiosa de independencia. Es de esperar que el ahora poderoso “conseller” Junqueras no vuelva a castigar al personal con el mito de las balanzas fiscales, rebatido de forma apabullante en el libro de Josep Borrell (“Las cuentas y los cuentos de la independencia”), en el que se destaca que los medios que propagaron dicho mito  apenas lo han rebatido. Junto a lo anterior, unas ciertas gotas del jacobinismo  inspirador tradicional de los socialistas  no estaría de más que cayesen en la presente situación de sequía.

Una versión de este articulo se publicó en la revista semanal·El Siglo de 25.1.2016



                                      




[1] JRL es Vocal del Consejo Superior de Estadística y miembro de Economistas frente a la Crisis