Julio Rodriguez López
 Según “El País de las Propiedades”,  del pasado viernes  22  de enero,  la Comunidad de Madrid pretende reformar la Ley del Suelo y la ley de Disciplina Urbanística “para eliminar trabas al sector inmobiliario y mejorar las leyes que generan conflictos y que no encajan con la nueva realidad”. 
El gobierno de Esperanza Aguirre intentó  modificar la vigente ley de suelo de la Comunidad de Madrid en la anterior legislatura. Dicha ley procede del periodo de gobierno  autonómico del actual alcalde de Madrid, Jose Maria Ruiz-Gallardon. La reforma citada decayó ante la fuerte oposición de amplios sectores de opinión y de los sindicatos de la Comunidad de Madrid, visualizada esta última en el Consejo Económico y Social de dicha autonomía. Dicho proyecto  aportaba más facilidades a los promotores para urbanizar  y construir, y reducía la obligación de construir viviendas protegidas en los pueblos con menor número de habitantes, que tienen las mayores reservas de  suelo. 
En los años posteriores al intento citado el gobierno de Madrid ha  introducido de forma gradual algunas de las modificaciones perseguidas en el mismo. Para  ello  ha utilizado sobre todo las leyes de  acompañamiento  de los presupuestos generales de la Comunidad  de Madrid o  alguna ley de amplio espectro.  El gobierno de Madrid pretende, pues, que en esta autonomía se vuelvan a construir nuevas  viviendas a toda costa, con independencia de la necesidad  real de nuevas viviendas existente en la misma. Si los ayuntamientos no cooperan con  dicho propósito   ya se encargará de activar la licencia el gobierno regional, como se ha recogido en un artículo de la ley de acompañamiento de los presupuestos de 2010.  
 Los promotores privados asumirán   el riesgo de iniciar nuevas promociones, y deberán construir si existen expectativas de venta de las nuevas viviendas, salvo que se pretenda aumentar el actual problema del elevado stock de viviendas sin vender.  Entre 2005 y 2009 se terminaron en Madrid unas 266.000 viviendas,  según las certificaciones de fin de obra de los aparejadores, mientras que las ventas de viviendas de nueva construcción ascendieron a unas 154.000 viviendas, según la  estadística de compraventas registradas.  De lo anterior se deduce que el stock de viviendas de nueva construcción  puede ascender al inicio de 2010    a unas 100.000 viviendas en esta autonomía, al parecer muy concentradas en torno a la autovía de Andalucía,   la A-4. 
  El impacto de la crisis de 2007-2009 se ha dejado sentir en la Comunidad de Madrid. Las ventas de viviendas  han descendido  desde las 103.000 de 2005 hasta unas 50.000 en 2009. Los descensos de precios de las viviendas  han sido más contundentes en Madrid que en el resto de España, casi el 13% en la etapa de crisis, por encima del 10% del conjunto de España. El peso del ajuste ha descansado sobre todo en las viviendas iniciadas de nueva construcción, que desde las casi 66.000 iniciaciones de 2006  apenas superarán las 16.000 en el año 2009. 
 El que en   Madrid existan bastantes viviendas sin vender, nuevas y usadas,  no justifica, pues, la prisa del gobierno de esta autonomía en reactivar al subsector de la construcción residencial al margen del mercado.  En la autonomía más poblada de España, con 792 habitantes por kilometro cuadrado, casi nueve veces más que la media (92,2), sorprende el empeño por ocupar el territorio con construcciones de difícil viabilidad. 
En el segundo semestre de 2009 han mejorado los niveles de ventas de viviendas  en Madrid, tras  la fuerte caída en  los casi tres años previos de crisis, y  todo apunta a una ligera recuperación de dichas ventas en 2010.  Sin embargo, la situación del mercado de trabajo, donde el número de ocupados ha descendido  en un año en 205.100 en esta autonomía (EPA, tercer trimestre de 2009), no parece que el empleo vaya  a crecer en 2010 al   ritmo  preciso  para  impulsar las licencias   de obras con las urgencias anunciadas. Se expulsarán asi  otras actividades productivas y se  preparará a Madrid para nuevas crisis, además de    reducir  la calidad de vida de los madrileños. 
  La vivienda como inversión ha sufrido en la última crisis.  En Estados Unidos  se la considera como una pésima inversión, dado su carácter indivisible y no diversificado, asi como  los altos costes de transacción que conlleva y la asimetría de financiación de la misma, que hace que solo en las fases de expansión esté disponible dicha financiación puesto que  los créditos desaparecen en las etapas de crisis (“Fed Economist: Housing is a Lousy Investment”, Wall  Street Journal, 5 de enero de 2010).  Pero todo ello resulta ser  música celestial para el gobierno de Madrid, que ha encontrado en el refuerzo de la construcción de viviendas el nuevo modelo productivo, cuando no su verdadera “raison d`etre”.  
El Siglo, 1 de febrero de 2010
 
