28 septiembre 2016

EL ABRUPTO DESCENSO DE LA MOROSIDAD BANCARIA Julio Rodríguez López

  Los datos estadísticos publicados por el Banco de España indican que en julio de 2016 se produjo un fuerte descenso de los créditos morosos en el conjunto de  las entidades de crédito españolas. La tasa de morosidad global de los créditos  descendió  en punto y medio respecto de la existente  en el mismo mes del año anterior. El importante descenso de dicha tasa revela una actuación por parte de las entidades de crédito encaminada sobre todo a mejorar su agobiada cuenta de resultados. 

 Mientras que el conjunto del crédito al sector privado de la economía descendió en julio de 2016 en un 4,3%, el saldo de los créditos morosos retrocedió en un 17,7%. De dicha disparidad se derivó que la tasa de dudosidad de dicho segmento de la  cartera de créditos se situase a fines del mes en cuestión en el 9,4%, muy por debajo del 17,7% de julio de 2015.

 De la información citada se deriva asimismo la presencia de una fuerte disparidad entre las tasas de morosidad según las ramas de actividad financiadas. Dicha diferencia se aprecia sobre  todo dentro del   conjunto del  crédito inmobiliario, que incluye el crédito a la compra y rehabilitación de vivienda, el crédito a la construcción  y el crédito a la promoción inmobiliaria.

  El conjunto de dicho crédito inmobiliario ascendió, a 30 de junio de 2016, a 703.132 millones de euros, el 54,2% del conjunto del crédito al sector privado  de la economía. En esta última fecha, la tasa de morosidad de los créditos a la compra y rehabilitación de vivienda  era del 4,70%, la del  crédito a  promotor  se situaba en el 26,9% y la del crédito a la construcción  alcanzaba el 35,8%.

Las tasas de morosidad citadas evidencian la mayor morosidad de  los préstamos destinados a la promoción y construcción inmobiliaria respecto de los destinados a la compra de vivienda.  Un banco recupera los créditos a promotor si se venden las nuevas viviendas construidas, lo cual tiene un claro riesgo, en especial en tiempos de crisis. En cambio, el crédito a  comprador de vivienda  se atiende en tanto que el hogar comprador mantiene el puesto de trabajo.

Los dramas derivados de los abundantes desahucios de los últimos años  revelan que  un préstamo hipotecario destinado  a la compra de vivienda debe de atenderse. De vez en cuando todavía es noticia algún nuevo desahucio, por lo general asociado con créditos concedidos en los años de la burbuja.

 Las tasas de morosidad  antes mencionadas, referidas a los  componentes del crédito inmobiliario, descendieron de forma significativa respecto de junio del pasado ejercicio.  Detrás de dicho descenso aparecen numerosas variables. Así, la mejora de la coyuntura económica implica que se atienden con más regularidad los préstamos bancarios.

 En  segundo lugar  aparece la renegociación o renovación de los préstamos, que en el caso de la vivienda supuso en 2015  el 25,9% de los nuevos préstamos concedidos. Al renegociar un préstamo descienden de forma importante las provisiones, a la vez que  la tasa de morosidad  se pone a cero para el nuevo préstamo.  En tercer lugar, es frecuente que se venda un crédito moroso, pues el comprador  lo adquiere, por lo general, con una rebaja sustancial respecto del valor contable y aspira a quedarse con la garantía o colateral que está detrás del préstamo en cuestión.

 Los adquirentes  de dichos préstamos morosos son de varios tipos. Sareb adquirió en su día (finales de 2012) créditos problemáticos  por valor de más de 50.000 millones de euros. En los últimos años han aparecido en España abundantes fondos de inversión, más o menos “buitres” comprando créditos, no solo  problemáticos,  que resultan atractivos para el adquirente, pues  anticipa negocio futuro con dicha compra.

 Por último, las daciones en pago implican que el préstamo se transforma en un activo real que permanece  en el  balance bancario correspondiente, fuera de la cartera de préstamos. De ese modo la dación en pago contribuye a reducir la tasa de morosidad.

En la mayoría de los casos tras dicha  reducción de la morosidad está la motivación de los bancos por mejorar la cuenta de resultados. Según el Banco de España en el primer semestre de 2016 los beneficios antes de impuestos de los bancos cayeron en un 3,6% sobre el mismo periodo del año anterior, salvándose la cuenta de resultados en cuestión por las rebajas de impuestos asociadas con los créditos fiscales.  La menor morosidad implica, pues, una estrecha atención de los bancos a la cuenta de resultados.

Se publicó este artículo en la  revista semanal El Siglo 26.9.2016 de Europa          




[1] JRL en miembro de Economistas Frente a la Crisis y ex presidente del BHE y de Caja Granada