20 julio 2009

La recuperación económica tarda en llegar

Julio Rodriguez López

En las últimas semanas de junio de 2009 el contexto económico general parecía anunciar una recuperación de la economía mundial a partir del segundo semestre de este año. Los precios del petróleo habían llegado a superar los 70 dolares por barril, los tipos de interés a largo plazo apuntaron al alza y el dólar se había debilitado de forma significativa. Dicha evolución parecía anunciar un retorno a la normalidad por parte de la economía mundial. Las más que expansivas políticas monetarias desarrolladas por los bancos centrales, en especial por parte de la Reserva Federal, del Banco de Inglaterra y también por el BCE, parecían haber espantado el espectro de la depresión.

En un año el balance de la Reserva Federal de Estados Unidos creció en más de un billón de dólares. Junto a la fijación de tipos de interés próximos al 0%, las medidas de “alivio cuantitativo” y la monetización de los deficits públicos implicaron la aportación desde los bancos centrales y desde los gobiernos de amplios volúmenes de liquidez. Tales aportaciones permitieron un excepcional segundo trimestre de 2009 para los mercados bursátiles, a la vista de los aumentos espectaculares de los precios de las acciones registrados en dicho periodo.

Pero la fuerte aportación de liquidez efectuada desde el sector público no se tradujo en el restablecimiento de unos ritmos normales de nuevos créditos al sector privado de la economía. La realidad de un importante racionamiento de crédito desde los sistemas bancarios, el aumento del desempleo, la abundancia de quiebras empresariales, el debilitamiento de la demanda interna derivado de la cauta actitud de empresas y de hogares, que han reducido de forma sustancial los niveles de apalancamiento financiero, han contribuido a frenar la recuperación. La débil solvencia de numerosas entidades de crédito ha contribuido a reducir la oferta de crédito, persistiendo el carácter “zombi” en la práctica diaria de de numerosas entidades financieras.

Dicho proceso ha resultado bastante más acusado en la Unión Europea y en la Eurozona que en Estados Unidos. La persistente actitud aislacionista dominante ha contribuido a que la salida de la crisis esté resultando más problemática en Europa que en Estados Unidos. A pesar de lo anterior, la publicación de los datos relativos a la situación del mercado de trabajo de Estados Unidos a fines de junio de 2009 ha supuesto la perdida de seis millones de empleos en dicho país desde el inicio de la crisis. Además, las empresas están intentando reducir la duración de la jornada de trabajo, todo lo cual incide de forma negativa sobre los ingresos de los asalariados, deprimiendo más el consumo familiar.

Tras la citada publicación de los datos sobre el mercado de trabajo norteamericano se han precipitado los indicios de empeoramiento de las expectativas. El dólar ha vuelto a subir en la segunda semana del mes de julio, los precios del petróleo han bajado de los 60 dólares/barril, los tipos de interés a largo han bajado de nuevo y hasta la bolsa ha frenado el alza prolongada del segundo trimestre de 2009.

De nuevo se ha dejado sentir el comentario pesimista de Roubini: en algún momento de 2010 la tasa de desempleo de Estados Unidos puede situarse en el 11%. El stock de viviendas no vendidas es tan elevado en dicho país que será necesario dejar de construir nuevas viviendas durante un año para desprenderse de un volumen tan alto de viviendas no vendidas (N.Roubini, RGE, “U. S. job repport suggests that green shots are mostly yellow weeds”, 2.7.2009).

El cambio momentáneo de las expectativas ha coincidido con la publicación de las previsiones del Fondo Monetario Internacional el pasado 8 de julio. El PIB de la economía mundial caerá en un -1,4% en 2009 y crecerá en un 2,5% en 2010, destacando el perfil más dinámico de las economías emergentes, que pueden crecer en un 4,7% en el próximo año. En dichas previsiones se han revisado ligeramente a la baja las correspondientes a España, para cuya economía se prevé un descenso del PIB del 4% en 2009 y un nuevo y ligero retroceso del -0,8% en 2010.

Los dos años de recesión comprendidos entre agosto de 2007 y el verano “barbacoa” de 2010 se están dejando sentir. Una crisis financiera resulta más difícil de superar que las crisis tradicionales de la posguerra mundial. Estas últimas correspondieron a ciclos de existencias o a frenos al crecimiento introducidos por los responsables de la política económica para reducir el clima inflacionista. Sería también conveniente que la política económica se coordinase mas al menos a nivel de los estados miembros de la Eurozona y que se normalice del todo la situación de los sistemas bancarios para que la recuperación, aunque sea con altibajos, empiece a advertirse en los desolados paramos europeos.

Publicado en El Siglo, 20 de julio de 2009