06 julio 2015

EL DRAMÁTICO REFERÉNDUM GRIEGO Julio Rodríguez López

 
  La delegación griega abandonó la negociación con el Eurogrupo en Bruselas  la tarde del viernes 26 de junio. Esa misma noche, en Atenas, el primer ministro Tsipras, anunció la celebración de un referéndum el domingo 5 de julio.  En dicho referéndum se le consultaría al pueblo griego  si aceptaba o no las propuestas del Eurogrupo para prorrogar el programa de ayuda financiera, por un importe de 15.500 millones de euros, a cambio de realizar un conjunto de reformas económicas.
  Desde el sábado 27 de junio  por la mañana se formaron amplias colas ante los cajeros automáticos de los bancos griegos. La tarde de dicho  sábado 27 los ministros de finanzas del Eurogrupo denunciaron la convocatoria del referéndum y rechazaron la propuesta del  ministro de finanzas griego, Varufakis, de extender la negociación del rescate hasta inmediatamente antes de que se celebrase el referéndum.
  El domingo 28 el Banco Central europeo  anunció la congelación de los préstamos de emergencia a los bancos griegos en la cifra de 89.600 millones de euros, préstamos con los que los bancos griegos han hecho frente a importantes retiradas de depósitos  en los últimos meses. El “corralito” no se hizo esperar y desde el lunes 29 el máximo que se puede sacar de una cuenta asciende a 60 euros diarios.
En la tarde del domingo 28 de junio el Eurogrupo publicó los detalles de las propuestas de reformas realizadas a los gobernantes griegos. La Comisión informó que, de haberse conseguido un acuerdo, los acreedores y los estados miembros hubiesen aceptado algún tipo de acción sobre la deuda. Entre las propuestas destacaban los objetivos fiscales (el superávit fiscal “primario” pasaría desde el 1% en 2015 al 3,5% en 2018).
  Había además tres tipos para el IVA (el súper reducido seria del 6% para medicinas, libros y teatro). Destacaban sobre todo la reforma del sistema de pensiones, con un  ahorro de alrededor de 1.800 millones de euros. Los convenios colectivos no retornarían antes de finales de 2015.
  El programa de los acreedores era una versión económica del infierno de Dante y podría haber llevado  a la destrucción total de la economía griega (W. Munchau, “Failure  to agree to bailout increases probability of grexit”, Financial Times, 27 de junio de 2015).
  Las estadísticas de la Comisión arrojan alguna luz sobre  la situación económica de Grecia. Este último es el país de la Eurozona con la mayor tasa de desempleo,  el  25% en 2015, frente al  11,2% de la  media del Eurogrupo.  La deuda pública supone el 180,2% del PIB, frente a una media del 94%.Los intereses de la deuda publica ascienden al 4,2% del PIB, frente al 2,5% de la media. El total de la deuda griega asciende a 321.732 millones de euros, del que el  76% corresponde a acreedores públicos (países del Eurogrupo, BCE y FMI).
  El impacto económico de la salida del euro sería importante para Grecia, no así para la eurozona a primera vista, de la que supone el 1,8% del PIB. Se rompería el  mito de la irreversibilidad de la Eurozona. También es  importante el impago al FMI  de un  vencimiento de crédito  de 1.600 millones de euros el martes 30 de junio.  Habermas recordaba que en el tratado de Londres de 1954 se condonó  a Alemania la mitad de la deuda, lo que vino a suponer una ayuda decisiva a dicha economía (“El gobierno de los banqueros”. El País, 28.6.2015). El premio Nobel de Economía Amartya Sen comparaba la política que se le quiere imponer a Grecia con la que los aliados impusieron a Alemania en 1920, lo que tuvo unas consecuencias trágicas.
Los rescates desarrollados hasta ahora no han permitido la recuperación de la economía griega. Había que optar entre repetir el mal familiar, esto es, por la austeridad deflacionista o por el profundo abismo de la alternativa (Martin Wolf, “The  difficult choices facing the greeks”, FT, 30.6.2015).
 Hasta el miércoles 1 de julio  Tsipras intentó  prolongar la negociación del rescate previamente al referéndum. Desde el Eurogrupo  se negó tal posibilidad y se le indicó al primer ministro griego que un resultado negativo del referéndum podría suponer  la salida de Grecia de la Eurozona. Los líderes europeos avisaron a Grecia que el rechazo no mejoraría la oferta y  que tendría desastrosas consecuencias económicas para Grecia.
  Atenas estructuró el referéndum  como un voto sobre la última oferta de los acreedores para extender el rescate. La pregunta a la que respondieron  los griegos  no mencionaba  la moneda única. En el referéndum del domingo 5 de julio votó más del  62% del electorado y el No superó el 60% del voto, más de veintidós puntos por encima del Sí.
Ha sorprendido la dureza con la que han tratado al gobierno griego algunos líderes socialdemócratas europeos, en especial los alemanes Gabriel y Schultz, por no hablar del holandés Dijsselbloem.  La cuestión  está en lo que pueda suceder una vez pasado el referéndum. Es posible que en principio   resulte más difícil conseguir un acuerdo, por más que la dimisión del ministro griego de Finanzas, Varufakis,  sirva para allanar el camino.
  El gobierno griego insistirá en conseguir menores dosis de austeridad, y apelará a la reestructuración de la deuda, en consistencia con los últimos cálculos del FMI. Pero resultará difícil encontrar en Alemania una mayoría favorable a un acuerdo  sobre dicha base (W. Munchau, FT,”Why the Yes campaign failed in Greece” 6.7.2015). El pueblo griego ha hablado. La primera semana de julio de 2015 será decisiva para el futuro de Grecia y también lo que suceda influirá sobre lo que va a ser Europa.
(!) Julio Rodriguez es vocal del consejo Superior de Estadistica y miembro de Economstas frente a la Crisis

Una versión de este artículo se publicó en la revista “El Siglo de Europa” el lunes 6 de julio de 2015

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